La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Con vistas al Naranco

Estorninos al final del invierno

Las aves cuando vuelan escriben en el cielo lo que ven en la tierra; por eso son tan difíciles de entender sus efímeros textos.

Antonio Merayo

Entre la fronda francisca, iluminada por el mediodía, aparecía el brazo rojo de una máquina desbrozadora, que trabajaba sobre el ramaje en una suerte de sorpresivos colores. Era tal el vuelo despistado de un enorme estornino, que saltara de rama a rama, sin provenir del cielo sino del asfalto insinuado. El brazo rojo brillante, anaranjado mejor, se transforma, a la altura del hipotético codo, en un extensible crema. Apenas se ve la máquina manca que lo sostiene, semejante al trucado equilibrio del Teatro Negro de Praga. Dirige conductor, casco y anorak a juego con artilugio y escenario, que se bambolea en la plataforma de su camerín cortando flora inerte, o moribunda, "les feuilles mortes" de Prévert / Montand. En los troncos podados queda mejunje amarillo de balsámico fierabrás o de simple reflejo al aire de la rejuvenecida madera.

Después, quizá llegada la hora laboral del almuerzo, la máquina se encogía y aquietaba vacía. El efecto cromático francisco con el parón del vuelo pasa a nave extraterrestre, abandonada en la todavía espesa arboleda, o simple nido gigante de las cigüeñas de pico rosáceo que el año pasado creí haber visto.

La primavera de la muerte es oxímoron constante en Carlos Bousoño, la Nada Siendo, en que insistió Alejandro Duque en su reciente magistral conferencia de Tribuna. Como en "El último día de Terranova" busco para la nueva primavera el hueco de esos estorninos. En definitiva, con J.A.Valente: "Que otra // primavera al fin // nos sea concedida".

Ángel González, tan amigo de Bousoño, Rivas y Valente, evocaba hace 44 años la proximidad de la primavera en Chiloé, al Sur del mundo ("Veía el Norte en el Sur"). En ocasión anterior, promovida por Emilio Alarcos y Gil Lux, la conmemoró, "sin considerarse poeta primaveral", en el desaparecido "Casa Fermín" de la Cuesta del Cristo, orientado al Suroeste.

Compartir el artículo

stats