Una de las alegrías del Domingo de Resurrección ha consistido en leer cómo el edil socialista de Seguridad Ciudadana, Ricardo Fernández, cortaba pelos en el aire para explicar que el honor municipal del tripartito quedaba a salvo porque los bomberos acudieron a la procesión de la Soledad como les impuso el Ayuntamiento, es decir, sin delatar -mediante vestimenta o así- su pertenencia al correspondiente Cuerpo Municipal. Pero veamos: ¿acaso existe el ejercicio liberal o por cuenta propia del oficio de bombero? ¿Existen bomberos vagantes que van de ciudad en ciudad? ¿Vienen de Marte? No, no existe bombero que no pertenezca a un cuerpo determinado y, por tanto, los que dieron escolta el Sábado Santo al paso de la Virgen eran, sin más ni menos, bomberos "de Oviedo", y como tales fueron recibidos y ovacionados. Pero al día siguiente -procesión del Jesús Resucitado-, el Ayuntamiento sí logró que agentes de la Policía Municipal, con traje de gala, no ofrecieran escolta al paso correspondiente. Así, el tripartito (PSOE, Somos e IU) consiguió que la Policía "de Oviedo" fuera el único cuerpo que no prestara colaboración a la Semana Santa. Por el contrario, sí lo hicieron miembros de la Legión, del Regimiento Príncipe, de la Guardia Civil, etcétera. Ahora bien, ¿sería posible que el tripartito se halle en la verdad y los equivocados sean los demás? Si se invocara la "laicidad" del Estado -indefinida hasta la fecha-, podríamos comenzar a discutirlo, pero en ninguna línea de la Constitución se habla de laicidad -aunque sí lo hace en algunas ocasiones el Tribunal Constitucional, y de modo confuso-. Pero mientras no se regule dicha "laicidad" -cosa que podría estar próxima si se modifica la Constitución-, es preferible un criterio pragmático de mantener el "statu quo", o de apelar a la "cooperación" establecida por la Carta Magna (un tratamiento reformador en pos de la "laicidad" debería observar ciertos logros alcanzados por EE UU desde hace más de 200 años; de otro modo no estamos seguros de que se proteja de laicos exaltados a los creyentes de cualquier confesión).

Pero volvamos a las procesiones y a otros dos aspectos. ¿Deben los Cuerpos y Fuerzas del Estado desfilar con armas? ¿Debe sonar el himno nacional en varios momentos? No podemos dar respuestas directas, sino oblicuas, ya que ninguna norma, ni civil ni religiosa, habla de ello y de ahí que haya que apelar de nuevo a la costumbre o a la observación de los hechos.

Por ejemplo, resultaría chocante ver a militares dando escolta y desfilando como tales, pero sin sus armas reglamentarias. Ello sembraría un adanismo estúpido, porque la realidad es que existe la Policía y el Ejército, y usan armas, y sin ellas, por ejemplo, en este país de conejos -como decían de España los romanos-, nos irían matando como a tales, bien a manos de yihadistas, bien por bandas organizadas, bien por otras especies.

En cuanto al himno nacional, resulta curiosa la constatación de que -partidos de fútbol aparte, pero con sonoras interferencias-, multitud de personas sólo lo escucharán a lo largo de años durante determinadas festividades religiosas (Corpus, Semana Santa, etcétera). Queremos decir que en este país de conejos se ha generado y fomentado un olvido tan notorio de sus símbolos que las procesiones vendrían a ser esa urna en la que se conservan ciertos sonidos identificativos.