El pasado miércoles día 16, hacia las 18.20 horas, habiendo procedido a llevar a mis hijos a las piscinas del Cristo con el fin de realizar su actividad de natación, me encontré en la necesidad de dejar a los niños en la puerta de entrada a la instalación, puesto que no hallaba sitio para estacionar mi vehículo. De esta forma, ellos accederían al recinto y me esperarían dentro. Pero se encontraron con que la persona de recepción les negó el acceso. Tratándose de un centro donde se imparten clases a menores, nunca deberían haberles negado la entrada sin al menos haberles pedido su nombre y apellidos, y la persona encargada, haber consultado la base de datos. Ésta es mi principal queja ante los responsables de la instalación, de titularidad del Gobierno Regional.

Los niños, por su corta edad, 5 y 8 años, ignoraban qué documentación debían presentar y tampoco disponían del papel acreditativo de la actividad que practican, un documento que, según me informaron en las oficinas, únicamente era imprescindible entregar el primer día, aunque yo lo habría mostrado sin problemas a mi regreso. Lo que se produjo esa tarde fue una total falta de humanidad y profesionalidad por parte de la persona encargada de controlar la entrada en unos horarios que implican a usuarios infantiles. Quince minutos más tarde de este suceso me encuentro a mis hijos deambulando por la calle en mi busca, llorando y pasando un rato horrible. Deberían tener cuidado ante estas situaciones para no provocar otras mucho peores.