La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La columna del lector

El nido vacío

Quien habló de la sabia naturaleza -vegetal o animal- ignoraba que los elementos meteorológicos le son engañosos, especialmente en climas caprichosos y volubles como el nuestro, y porque nunca ha visto brotar, antes de tiempo, la flor y el fruto de un manzano a causa de un engañoso cálido invierno, para después malograrse por un gélido mes de abril, como a veces ocurre en estos pagos.

Este año tuvimos unos templados meses de febrero y marzo, lo que indujo a las aves a adelantar su puesta. Así, a primeros de marzo aparecieron en nuestra terraza, bajo un sillón de bambú y cañizo cubierto por un cojín y un paño de lino, un nido hecho de ramas y dos hermosos huevos de paloma, lugar prometedor para la incubación, protegido de los elementos por el frente de la terraza y por su amplio dintel, y orientado al sur. La paloma se aposentó y sólo escapó un par de veces asustada, y en ellas rodó y rompió uno de los huevos. En sus visitas el palomo subvenía toda necesidad. Los dueños movían las persianas con suavidad y sólo se asomaban para verla y hablarle con voz queda.

Todo prometía un desenlace feliz, que hubiera llegado de no ser por la venida de una fría y húmeda primavera que frenó la incubación. Y el 12 de mayo, con el huevo roto y sin vitelo, y con el embrión desmedrado y muerto, la pareja decidió partir. La despedida fue larga y difícil para los frustrados padres, pues duró media hora, mirándose apenados sobre el antepecho, en especial el macho, apagado y encogido. Ella hubo de reanimarlo mirándole de frente, escarbando con el pico su frente, su cabeza y su cuello. Él respondió con vigor. El intercambio de besos y caricias se repitió. Ya reconfortados, juntaron picos, cabezas y cuellos, aceptando amorosamente la pérdida del hijo. El palomo se movió cara a la calle; ella no cambió su postura hacia él, pero giró totalmente su cabeza hacia el exterior, ocultándola entre el plumaje. El macho emprendió el vuelo y ella le siguió.

Aún es primavera y vendrá un invierno suave para pichones tardíos.

Compartir el artículo

stats