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La Ciudad Y Los Días

La conquista de la medicina social

El nuevo HUCA responde en calidad y puesta al día a los modos de vida actuales aunque paga el precio de una cierta despersonalización del paciente

Las actuales polémicas sobre la política social en el HUCA mueven a una reflexión sobre la propia historia de la institución. Medio siglo nos contempla desde que un presidente benemérito de la Diputación puso en pie el entonces renovado Hospital Provincial de Asturias, de gran calidad médica y científica. José López Muñiz, un político eficaz y supuestamente tecnócrata, fue su auténtico promotor, como también de otras iniciativas fértiles para el Principado, que contribuyeron a elevar el nivel de vida de los asturianos.

Conviene recordar también que una de las realizaciones más logradas del régimen franquista fue sin duda la medicina social. Quienes fuimos niños en la primera posguerra podemos certificar que la sanidad era hasta entonces precaria y la gente procuraba no ponerse enferma sino en casos extremos. Casi todos los males físicos tenían o se les buscaba un relativo arreglo con remedios caseros, vacunas, jarabes, pastillas para la tos o parches de sor Virginia.

Serían el Instituto de Sanidad en la calle General Elorza, bajo la dirección del antiguo doctor Estrada, casi único pediatra en la ciudad, y el Sanatorio Girón, en la plaza Primo de Rivera, antecedentes de las nuevas instalaciones vinculadas en principio a la Diputación Provincial y el Seguro Obligatorio de Enfermedad.

La aludida medicina social en España es en la actualidad, a mi modo de ver, pionera y acaso la más avanzada del mundo por el alcance y los resultados de sus prestaciones. Como asumible contrapunto, ha propiciado también un aumento gigantesco en la morbilidad popular. Hoy recurrimos al médico por cualquier supuesta dolencia o síntoma leve, real o imaginario, como el socorrido "síndrome posvacacional".

Aquel Hospital tuvo un viejo antecedente en lo que ahora son la plaza de España y la calle Santa Teresa de Oviedo. Todos sus pabellones fueron destruidos durante la guerra civil y sus servicios pasaron a ocupar provisionalmente los edificios del orfanato minero. En aquel entonces, como tampoco en los años 60 con el nuevo Hospital del Cristo, no había lugar al debate que ahora surge entre los partidarios de valorar la antigüedad y quienes valoran con preferencia la especialización; los derechos laborales por un lado o los méritos profesionales por otro.

En el nuevo Hospital Provincial de los años 60, casi todos los facultativos eran razonablemente jóvenes pero, como ahora se dice, sobradamente preparados. Verdaderos fichajes para un centro hospitalario que se preveía puntero, como así fue efectivamente.

La nueva y casi faraónica sede ovetense del Hospital Universitario Central de Asturias, abreviadamente HUCA, responde creo yo a las demandas y modos de vida de nuestro tiempo, en calidad, especialización y puesta al día en los avances científicos y tecnológicos. Aunque también habrá que reconocer el precio de un cierto proceso de despersonalización del paciente como tributo inevitable.

Estamos, a la hora de escribir este comentario, ante una posible huelga de facultativos por reivindicaciones supuestamente razonables. ¿Se debe primar lo laboral o la cualificación? La idoneidad se supone como el valor a los militares. La experiencia sigue siendo un grado. ¿No será un derroche arrumbar a médicos de 55 años, una edad de plenitud profesional? Pregunto.

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