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Crítica

Danza apocalíptica

Los nuevos lenguajes escénicos llegan a Oviedo

La sinestesia es una figura retórica que hace referencia a la asociación de dos imágenes o sensaciones procedentes de diferentes dominios sensoriales. La compañía barcelonesa Iron Skulls fusiona en esta fábula postapocalíptica distintos lenguajes escénicos que generan en el espectador un torrente de sensaciones del todo sinestésicas. Ellos mismos califican su trabajo de experimental, entrecruzando disciplinas como la danza contemporánea, la acrobacia y el breakdance. En un escenario fantasmagórico unos seres ataviados con atuendos harapientos, embozados en máscaras antigás y alguna capucha, luchan por la supervivencia. El tema es el horror, la angustia y la violencia experimentados por unos individuos en una situación límite, desesperada.

No hay tregua ni respiro para los intérpretes, pero tampoco para el espectador, que no encuentra la luz salvífica a la que agarrarse para salir de las tinieblas. Todo son radiaciones y contaminación, espasmos, contorsiones e incertidumbre, vividos con urgencia por los ocho bailarines que ejecutan un sobrio trabajo, sin otro apoyo que el de su cuerpo y la iluminación. El humo es un personaje más, agresor e invasor que contribuye a crear una atmósfera infernal, que se mantiene persistentemente de principio a fin. Además de los solos y dúos, son de una inquietante belleza las composiciones de grupo que avanzan y se mueven como un solo organismo, en la línea de Momix. Cuerpos que se descoyuntan entre estertores de moribundo y descargas radioactivas, incursiones al patio de butacas, una iluminación tétrica que acentúa los contraluces y una música electrónica distorsionada que potencia el desasosiego. Todo ello empastado a través de coreografías con base de breakdance, contact-improvisación y piruetas acrobáticas. Un trabajo brillante que sobrecoge por su sobriedad y tenebrismo, la limpieza de su ejecución y las proezas técnicas de sus intérpretes.

Hay que agradecer al Campoamor la inclusión en su programación de nuevos lenguajes escénicos, ya muy presentes en festivales europeos, que llegan a un público joven distinto al habitual. Iron Skulls presentó un excelente trabajo, como viene siendo habitual en esta multipremiada compañía. Los pocos espectadores asistentes a la representación no deberían desanimarnos de perseverar en esta línea. Las danzas urbanas y las nuevas expresiones artísticas en torno al hip hop no son actividades minoritarias. La diversidad de públicos y pluralidad artística es lo que da sentido y enriquece una programación.

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