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El ciervo sigue ahí

El afán de hacer cosas que ni la edad ni la falta de salud logran mitigar

Como mi particular dinosaurio, Tito Monterroso dixit, en larga noche de medio siglo me ha reaparecido El Ciervo, publicación barcelonesa de la que ya no quedan los hermanos Gomis, mantenedores de entonces, pero otros familiares y colaboradores han tomado relevo. No puedo menos de atender a su entrañable encuesta. Se nos pregunta a los "ex"; en mi caso ex alcalde, con esta respuesta: "Fui Alcalde entre 1983 y 1991, pero soy exalcalde ya para siempre. Y suelo ejercer de tal".

Desde niño, como mi padre era Alcalde y falleció, con cierto arraigo popular en el cargo, cientos de veces conocidos y desconocidos me pronosticaban: "serás Alcalde", lo que se redobló en cuanto -lo que también fue siempre- manifesté indudable vocación política.

Cuando lo dejé tuve miedo de que el mundo, cierto mundo al menos, se me viniera encima. Pero no, en seguida se me hizo habitual aquel dicho de "otro vendrá, que bueno me hará", sobre todo en esos lacerantes asuntos de la corrupción y el endeudamiento excesivo, que traen de cabeza a los ciudadanos honestos, y que desgraciadamente invadieron la vida pública y también el Ayuntamiento de mi ciudad.

También por suerte encontré fácil adaptación profesional y una posterior reintegración a la gran política vía Europa. Había hecho mía la divisa de Marañón: "Vivir no es sólo existir, / sino existir y crear, saber gozar y sufrir / y no dormir sin soñar. / Descansar es empezar a morir".

En medio del itinerario, un par de ictus paralizantes de la mitad de mi cuerpo que para la doctora Roig, neurosiquiatra de la clínica Guttman de Badalona, no afectaban la que hubiera sido natural depresión por mis ganas indomables de hacer. Desde los márgenes y los tiempos libres fui escribiendo una decena de libros y casi un millar de artículos.

Temo ligeramente la actual jubilación y la muerte, pero tengo conmigo las benéficas recomendaciones del querido polifacético autor del Condeduque y de la neurosiquiatra badelonesa. En Oviedo y fuera me consideran exalcalde, en mayor medida que otros cargos que tuve, porque lo importante es seguir en la brecha, en cualquier brecha, pero en la brecha.

Al medio siglo se le puede llamar académica y rebuscadamente, decalustro; el ciervo no alcanza nunca esa longevidad, pero fue soñado en la Barcelona de los cincuenta para paz y libertad duraderas.

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