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Neurocirujano

Capacidad de liderazgo y rigor científico

El perfil de un doctor que enseñaba a buscar la verdad

El doctor Sánchez Juan, don Julio, para los que tuvimos la satisfacción de trabajar a su lado, se formó con Sixto Obrador, uno de los padres de la neurocirugía en España. En aquella época, inicio de los años 60, el doctor Obrador exigía a sus colaboradores una entrega máxima a la neurocirugía. Si alguno cometía un error de los que consideraba imperdonable para el desarrollo de un buen neurocirujano, era inmediatamente expulsado de su equipo. Sánchez Juan se sentía orgulloso de que en todo el tiempo de su formación con el doctor Obrador, éste jamás le había roto una historia clínica. Cuando terminó su formación en el Instituto Neurológico de Madrid, se marchó, con una mano delante y otra detrás, como cualquier emigrante, a Alemania, a terminar su formación. Allí estuvo un año para, posteriormente, regresar a España y ser el primer jefe de servicio de neurocirugía del Hospital General de Asturias. Hay que recordar que el Hospital General fue pionero en España en implantar el sistema MIR, a semejanza de los hospitales americanos. Más tarde, opositó a la jefatura de neurocirugía de la Ciudad Sanitaria Nuestra Señora de Covadonga.

A lo largo de su trayectoria formó a muchos neurocirujanos, entre los que tengo el orgullo de contarme. Unos se fueron a otros lugares; otros se quedaron. El doctor Sánchez Juan siempre nos inculcó el respeto al paciente y la aplicación del método científico al trabajo clínico diario. Era una persona tímida, humilde, con sus prontos como buen valenciano, y con un afán de superación encomiable. Cuando, a finales de mi formación como residente, le comenté que estaba realizando la tesis doctoral, él no la había hecho y se puso a realizar la suya. En el servicio que él dirigía, siempre existió una educación y un sentido de la jerarquía máximos. A los residentes nos trataba de usted y nosotros a él de don Julio. No era signo de sumisión, sino de admiración, respeto y aceptación de su liderazgo. Por otro lado, era una persona inmensamente culta. Se podía hablar con él de filosofía, historia, ciencias, religión... y medicina.

Desde estas líneas quiero manifestarle mi agradecimiento por haberme enseñado a buscar siempre la verdad, emplear en su búsqueda el método científico y entregarme completamente en la búsqueda del alivio del prójimo.

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