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El Otero

Los Pilares: bien de interés ovetense

Sobre la demolición del acueducto en 1915 pese a su carácter artístico, útil, bello, histórico y, sobre todo, ovetense

Dislates contra el patrimonio histórico, artístico y cultural húbolos, los hay y, me temo, los habrá. La nómina, lamentablemente, no es pequeña. Hace unas semanas citábamos aquí castros y vestigios de época romana en la ciudad que pasaron a mejor vida. Otro de los ejemplos más clamorosos y execrables de esas pérdidas irreparables es el acueducto de Los Pilares, "bellísima obra de arquitectos montañeses, pero digna de romanos" como anotaba en su diario Jovellanos el 19 de septiembre de 1790.

Una edificación que contribuyó a saciar la sed de la ciudad gracias a las aguas naranquinas desde 1599, tras años de vicisitudes, problemas técnicos y un coste de15.500 ducados para su construcción, hasta 1875, año en el que entró en funcionamiento una nueva traída de aguas de acuerdo a proyectos de Pérez de la Sala y de Ignacio Ferrín. Pero nada es eterno y, el 3 de octubre de 1902, manos negras escribían el futuro de una obra que con sus 41 arcos y sus 390 metros de longitud "ha infundido el mayor carácter de grandiosidad a Oviedo, hasta el punto de que su nombre fuera escogido como seudónimo de nuestra población por un eximio y conocido escritor" en palabras de Joaquín Manzanares.

Si se quieren reír un rato (por no llorar, claro) les voy a contar los argumentos que, para su derribo, se ofrecían: ni más ni menos que la Compañía del Norte ofrecía salvar con un puente el paso a nivel de la Argañosa, que los materiales del derribo darían algún dinero al Ayuntamiento y trabajo a los obreros. Que la obra de los Arcos de los Pilares no era artística, ni útil, ni bella, ni histórica, ni ovetense y sí un obstáculo a la calle que a lo largo de ella se abriría. Lo que hay que oír.

De poco sirvió la multitud de voces sensatas en contra. En la mañana del 11 de enero de 1915 comienza el derribo de esas "páginas de piedra cantando los esfuerzos de nuestros antepasados para surtir las aguas suficientes entre sacrificios y contrariedades" como los definiera Canella. En el olvido quedó un ambicioso proyecto del entonces arquitecto municipal, Juan Miguel de la Guardia, que sugería que se hiciera un paseo o pasarela por encima del acueducto para llegar a "la pintoresca colina de San Pedro".

Los restos del acueducto de Los Pilares fueron declarados Monumento Histórico en 1915, poco después de su demolición gracias, sobre todo, a los esfuerzos de Fermín Canella, entonces cronista de la ciudad y vicepresidente de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos. Coincidiendo con el centenario del derribo y con los 30 años de la declaración de BIC, el año pasado la Dirección General de Patrimonio incoó el expediente para ampliar la protección del entorno BIC de Los Pilares, incluyendo los restos de la traída de aguas de Fitoria que discurre paralela a la Pista Finlandesa y que, acertadamente, el pasado 19 de mayo autorizó el Consejo de Gobierno.

El 11 de enero de 1915 fue un día infausto para Oviedo. Las decisiones de entonces nos impiden disfrutar hoy del magnífico acueducto de los Arcos de los Pilares. Conservemos, al menos, su recuerdo orgulloso y sintámoslo realmente, no sólo bien de interés cultural, sino como bien artístico, útil, bello, histórico y, sobre todo, ovetense.

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