La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La felicidad es darse a los demás

La alegría auténtica y su relación con la dicha de los que nos rodean

Todos queremos ser felices y la verdad es que hay que elegir entre la felicidad de vivir o la de triunfar. Conocí a un viejo, me escribía y decía que ya no vivía, yo lo admiraba. En sus años mozos fue un gran aventurero que amaba la acción por sí misma y no por sus resultados. Estos temperamentos nos dan un hombre tal vez más amable. Este amigo se hacía amar porque amaba amar, fue incapaz de la envidia y de la avaricia. Fue feliz y siempre manifestaba que para que exista felicidad es preciso la fidelidad mutua, tanto en el matrimonio como en la amistad. El hombre está lleno de armonía, es como un sonido ininterrumpido, como una nota vibrante de un violonchelo y tiene que estar en continua tensión desarrollando todas sus fuerzas, pero en una tensión que no cansa, que es gozosa; vive la plenitud de sus existencia humana y por ello, en cierto modo, es divina. Es decir que el hombre es feliz cuando alcanza su total dimensión cuando desarrolla todas sus posibilidades psíquicas y somáticas.

Decía San Juan de la Cruz que Dios es la fuente de la felicidad y que si él no fuese feliz, no podría serlo nadie, porque todo ser que es dichoso lo es porque participa de la felicidad de Dios y en él reina la armonía más completa, dentro de su inmensa simplicidad. No teme el futuro pues para él todo es presente y se produce necesariamente la felicidad en plenitud.

El amor es fundamental, el amor recto, limpio, autentico, es atraído por la bondad física y moral. Si se ama la bondad, se debe amar allí donde esté y como esté y este engendra una armonía espiritual. Lo mismo que ocurre con el amor, sucede con el desamor. En la actitud del individuo que jamás se ha enamorado del bien, su sed de plenitud quedará petrificada, como fosilizada, su alma vacía se eternizara como testimonio de la ausencia de un amor posible. Y la felicidad es la alegría de los otros y es que cuando trabajo para proporcionar alegría a los demás, consigo la autentica felicidad. La felicidad no tiene nada que ver con el egoísmo, toda vez que la felicidad es siempre sinónimo de donación generosa y gratuita a los otros.

Compartir el artículo

stats