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Novedades del Campoamor y su Carbayón

Ideas para mejorar la información sobre el teatro y el señero roble ovetense

Para los ciudadanos y los turistas tiene mucho sentido señalar en la ciudad cuestiones interesantes de su pasado histórico. Ahí van dos ejemplos que pueden ser novedad. Nuestro buen concejal de Cultura, Roberto Sánchez Ramos, está dispuesto a resaltar unos datos informativos sobre el teatro Campoamor de Oviedo en su fachada principal. Al mismo tiempo, también quiere poner de relieve el significado que tiene el solitario carbayo (roble) que preside la contigua plaza del Carbayón. Como el tiempo pasa vertiginosamente, le recuerdo al concejal estas posibles nuevas señales ciudadanas que comentamos en El Bombé, durante la última fiesta de La Balesquida. Son cuestiones de muy bajo coste y en las que, además, yo creo que pueden estar de acuerdo todos los grupos de nuestra corporación municipal.

La primera reflexión de cualquier turista que deambula por nuestro casco histórico y se detiene ante el teatro Campoamor, suele ser la de asociar dicho teatro con los Premios Príncipe de Asturias, ahora Princesa de Asturias, que allí se conceden anualmente, con gran éxito, desde 1980; acontecimiento que se difunde nacional e internacionalmente, sobre todo a través de la Televisión Española. Luego, el turista se acercará a esa única placa informativa que, hace ya muchos años, se colocó en la entrada de su fachada principal. Se encontrará, ¡oh sorpresa!, que el único dato informativo sobre este teatro es que se construyó a 228 metros de altura sobre el nivel del mar, y no de Gijón, sino de ¡Alicante! Es un dato científico que ha colocado allí un eficaz funcionario de la Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico Nacional. Es un interesante dato geográfico que, sin ninguna duda, se podría resituar en una de las dos fachadas laterales de este histórico edificio. La primera novedad que adelanto en este artículo es que, en ese mismo y estratégico lugar de la actual placa, se instalaría una nueva, en este caso del Ayuntamiento, que podría decir: "Este teatro fue inaugurado en 1892. El escritor universal y concejal de este municipio, Leopoldo Alas Clarín (1852-1901), impulsó su construcción y propuso ponerle el apellido del poeta Ramón de Campoamor (1817-1901)". La inauguración del Campoamor en 1892, coincidió, no casualmente, con el cierre en ese mismo año de aquel ya deficiente teatro de la plaza del Fontán, que se abrió en 1670, aquel "Coliseo de la plaza del Pan" de la novela La Regenta de Clarín. Es un tema que comenté en mi reciente artículo "Clarín y el teatro Campoamor" (LNE, 8-5-2016).

Después de esta decepción informativa teatral, nuestro turista se topará, a la vuelta de la esquina, con un carbayo como único detalle vegetal que preside esa inmediata plaza del Carbayón. En torno a este solitario árbol se colocó, en 1950, una protectora verja que incluía una artística y complicada explicación circular sobre su existencia, con sus múltiples fechas en latín, para darle más solemnidad. Esa información resumía que nuestro modesto carbayo se plantó como un homenaje permanente al auténtico Carbayón, aquel arbolón totémico que alcanzó una altura de 30 metros y nos dio a los ovetenses ese orgulloso apelativo de carbayones. El Ayuntamiento lo derribó en 1879, después de los seiscientos años de vida del mismo. Pero esa artística información del actual carbayo está destrozada, y el turista no podría enterarse de que nuestro humilde roble representa, nada más y nada menos, uno de esos importantísimos hipocentros geológicos de Oviedo. Esa profunda zona de la corteza de la ciudad, en la que una inesperada energía sísmica hizo vibrar a los ovetenses, originando un terremoto cívico. En 1874 se había construido el ferrocarril a Asturias, y la estación de Oviedo se situó a más de un kilómetro del centro de nuestra vetusta ciudad. Para unirlos se creó un nuevo vial y se empezó a construir esa recta y moderna calle Uría, en la que el mítico Carbayón "cayó sin compasión / bajo el hacha fratricida / de nuestra corporación". Así rememoraban los opositores a su tala municipal en la primera edición de su nuevo periódico "El Carbayón".

Nuestro actual concejal de Cultura, que en su programa de trabajo, lógicamente, no incluye el conflictivo Urbanismo, solo tiene que resolver el segundo problema informativo de nuestro perplejo turista. La segunda novedad de este artículo. Espero que ahora se pueda leer de corrido la nueva placa de este carbayo. Sobre cualquier posible modificación de aquel destrozado texto histórico de 1950, nadie le puede asesorar mejor que la Cronista Oficial de Oviedo, Carmen Ruiz Tilve, y también el escritor y periodista Luis Arias Argüelles-Meres, que ha publicado recientemente su libro "Desde la plaza del Carbayón". La recopilación de los espléndidos y reflexivos textos sobre su s historias de Oviedo, se encabeza, precisamente, con el que titula "El pequeño Carbayón".

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