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La mar de Oviedo

Suricatos

Hace poco vi el Gatipedro de piedra, de Álvaro Cunqueiro, en La Coruña, en la Plaza del Humor, antigua Praza dos Ovos, ante el mercado de San Agustín. El Gatipedro, un gato blanco con un cuerno oscuro en la frente, que camina apoyándose en sus patas y en la lengua, me recordó a los suricatos, o gatos de roca, del zoo de San Esteban de las Cruces; éstos del Kalahari, aquel de La Mariña, unos exóticos, el otro fantástico. Los suricatos se yerguen como velas, gruñen, silban, escupen... Contemplo a los suricatos, "Tyson" y "Lola", con su antifaz negro contra la vida gris, y parece que se escaparon de un cuento escrito al alimón entre el cronista de Mondoñedo y José Mallorquí, el del Coyote. Pero los suricatos son malos animales de compañía porque escarban en el parqué y en los sofás; en cambio, el Gatipedro es recomendable, y los libros en general, que hurgan en nuestra alma y la muestran.

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