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La mar de Oviedo

Con fianza

Que impidan a Agustín de Luis entrar en la cárcel voluntariamente es el colmo; nadie debería ser sospechoso de declararse culpable, un derecho fundamental. ¡Qué desaire! Y qué trago para el abogado incapaz de meter a su cliente entre rejas y quitarle el gorro frigio. Resulta que ni la mazmorra está al alcance de cualquiera; en galeras reman los recomendados. ¡Se ha puesto cara la sombra! A un argentino, condenado por dar muerte a su cuñado, la jueza le concedió prisión domiciliaria en espera del juicio, pero el condenado solicitó la cárcel inmediata por no aguantar a su suegra; él mismo acudió a una ferretería, compró esposas, aherrojó sus manos, se entregó en la comisaría más cercana y tuvo que vérselas con los guardias para que lo encerraran en el cuartón con tan buenos modales. A De Luis deberían permitirle ingresar en Villabona aunque fuera bajo fianza.

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