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Sacerdote

Aturdidos y desamparados

Hombres como Junceda son esenciales, no se van nunca

La noticia de la muerte de este insigne médico Juan Manuel Junceda, me llegó por su hijo Javier, y como pasa en estos casos uno se queda un poco aturdido y también desamparado. Yo creo que el doctor Junceda no necesita mi necrológica, ni apología de ninguna clase, sencillamente porque esta generación de hombres esenciales, no se van nunca. Es cierto que su persona se nos ha ido, pero su huella humana y profesional como médico seguirá entre nosotros.

No he tenido la suerte de gozar de su amistad, pero gracias a su hijo Javier, sé que en el doctor Junceda, el hombre y el médico rimaban a la perfección. Era un hombre de mediana estatura, siempre con las palabras justas y precisas. También en él se conjugaban la timidez con la sencillez de ademanes, pero siempre dejaba clara su franqueza al tratar con la gente, al enfocar los problemas, como recordaba a Javier, su hijo, Pedro de Silva, en una conversación en el tanatorio. No era una hombre al que le gustara sobresalir, sino un hombre reflexivo, cabal, que tenía tiempo para mirar hacia dentro.

Maribel, su mujer le ha acompañado estos últimos años, dedicándose en cuerpo y alma a su marido. Ella nos contaba con una voz luminosa que su fuerza para querer a su marido, y a sus hijos la sacaba de su fe. Lo dijo sin falsos pudores. Con sencillez. Con una punta de feliz satisfacción, como quien revela algo que le calienta el corazón. Y es que al final, poco valen los honores, los títulos, la ciencia. Al final lo que siempre queda es el amor. Como el de Maribel por su marido.

El doctor Junceda, como todos los hombres grandes, se vanagloriaba de sus proezas pequeñas, pasear por Oviedo, tratar a la gente que se encontraba por calle, dedicar tiempo a su mujer, atender a sus hijos, jugar con sus nietos, y también rezar. Y parecía menospreciar aquellas cosas como la ciencia o la fama como médico, que le había dado un puesto cimero en este mundo. Para él al final, después de dar a tantos ojos la luz, solo buscaba esa luz que está más allá, y que no se acaba nunca.

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