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Presidente del Colegio de Médicos

Un médico integral

El fallecido vivió su profesión sin restricciones

Ha fallecido el doctor Juan Manuel Junceda Avello, una figura médica de excepcional peso y uno de los protagonistas de la medicina asturiana reciente.

Con el doctor Juan Manuel Junceda Avello desaparece un prototipo de vivencia médica integral, porque fue un hombre que vivió su profesión sin restricciones. Unió en sí un importantísimo currículum: jefe del servicio de Oftalmología del Hospital General de Asturias y, posteriormente, del Hospital Central de Asturias; profesor de la Facultad de Medicina de Oviedo; miembro numerario y secretario general de la Real Academia de Medicina del Principado de Asturias; miembro también de la Real Academia Nacional de Medicina; director médico en el Hospital General de Asturias; presidente de la Academia Médico Quirúrgica y también presidente de la Sociedad Asturiana de Oftalmología, por señalar solo algunos de sus méritos profesionales más relevantes, a los que se une una muy importante actividad en cuanto a publicaciones, conferencias, etc... En esta brillante trayectoria profesional debe destacarse de manera muy notable el gran protagonismo que tuvo en el desarrollo del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Asturias, y no solo porque ostentó la presidencia de esta corporación, sino porque fueron sus ideas claras y la determinación de su carácter los que permitieron, en unos años difíciles, que nuestro Colegio mantuviera su insoslayable esfuerzo para la continua mejora de la profesión médica.

Hombre profundo, laborioso y tenaz, también amplió sus ocupaciones e inquietudes en actividades ajenas a la Medicina y, en este sentido, son verdaderamente notables sus aportaciones -algunas en colaboración con el recordado doctor Jesús Martínez- a estudios arqueológicos y etnográficos, así como ensayos muy interesantes sobre diversos aspectos éticos de la Medicina.

Nos ha dejado un hombre que vivió su tiempo con intensidad, con enorme sentido de la responsabilidad y del cumplimiento del deber. Hombre honesto, su vida se consumió en un permanente servicio, una dedicación absoluta a su familia, a su profesión y a sus ideas.

Vaya para su querida familia mi sentimiento de pesar por la pérdida de ésta referencia indudable, de ésta guía de comportamiento ético y cabal.

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