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La mar de Oviedo

Polillas

Pasé dos noches asombrosas, con el biólogo Javier Rodríguez, contemplando polillas a la sombra del Remelendi, con el reclamo de lámparas de vapor de mercurio, la ayuda de los cristales del Hostal Tarna y la atención de Marta y Rosa, hijas de Amalia. "¡Cierra la puerta que entran las polillas!". Son lepidópteros de actividad nocturna, no siempre dañinos; sus tonos, apagados y terrosos y sus dibujos, más elegantes que las mariposas diurnas, varían según lugares, altura y hora. Nosotros nos dedicamos a las de 1.500 metros y las doce de la noche, a más tardar. Si llegara la mariposa negra o la esfinge de calavera, habría que tirar de sortilegio, son de mal augurio, pero la mayor parte traen suerte y dinero. De hecho, en la raya de Tarna no hay paro y se disfruta buena calidad de vida. Hay que trabajar la noche, eso sí, el polvo de mariposa, que es el de las estrellas. (Salir de Oviedo y ponerme cursi es todo uno).

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