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Al norte del paralelo 43

Paraíso fiscal

Los potentes argumentos de Asturias para atraer ricachones

Cuando lo contó quedé bobu. Yo sabía de Andorra, Gibraltar, Mónaco, Suiza, las Caimán, a los que añadí hace poco Panamá. Total: seis paraísos fiscales. Pero Carlos, miembro de la panda y director de una agencia urbana, desveló que había ciento dieciocho.

-¡No puede ser, si hay ciento noventa y cuatro países en el mundo! -exclamé yo.

Pero el tipo respondió que lo deshiciera un rayo allí mismo sino era tan cierto como las botellas de sidra que estábamos tomando.

-¿Pero no dice la ONU o no sé quien que los paraísos fiscales son los principales culpables del desbarajuste económico mundial y que hay que ir cerrándolos? ¿Por qué los gobiernos de los estados serios no les hacen el vacío a esos paisucos tramposos?

Entonces me enteré de algo increíble: los países "serios" eran los que tenían más paraísos fiscales. Inglaterra era la campeona mundial, con veintiuno. La misma "City", las islinas del Canal de La Mancha, Gibraltar, y un rosario más por el mundo. Estados Unidos tenía ocho, Holanda seis... y no faltaban en la lista Francia, Italia, Portugal, Irlanda, Dinamarca, Noruega, Australia, Nueva Zelanda. Hasta la misma Marruecos...

O sea, que todos eran unos caras. Todos menos España. ¡Viva el Quijote!

Tomé un culete para afinar el cerebro y comenté dos cosas. La primera, obvia: en cualquier actividad común tienen que darse las mismas reglas para todos. Mientras no se quiten los paraísos fiscales forzosamente nosotros debemos tener el nuestro. La segunda, también de cajón, dado que estábamos en un chigre de Gascona: Asturias reúne las mejores condiciones para ser, además de Paraíso Natural, el Fiscal. Ya éramos Paraíso. Y Principado legalmente constituido, como Andorra o como Mónaco. Mejor como Mónaco, porque tenemos Príncipe -o Princesa, lo que toque-, puerto de mar -más de uno, no como ellos- y casino. Cada día somos más turísticos y con mejor clima. Comiendo como se come, ideal para los millonarios. Llegarían a Ranón con las samsonite llenas de billetes de 500 euros y, antes de ir a la Caja Rural, o al Herrero, o al que quisieran, ya harían la primera parada en Casa Lin, en Avilés, a meterse un buen quite de oricios, fijo, y seguro que no querrían marchar de aquí en una semana por lo menos. Bonito, fabada, andariques, callos, entrecot de Asturiana de La Montaña, o de la otra, chopina a la espalda, cachopo, repollo relleno, pote de nabizas, arroz con calamares, tortos con picadillo, percebes, cebolles rellenes, pitu de caleya con arbejinos, ostras de Castropol, cordero a la estaca, frixuelos, casadielles, carbayones, tarta gijonesa, moscovitas, carajitos del profesor... Sólo para probar los quesos y la mitad de los palos de sidra necesitarían tan guapamente quince días. Y no hablemos de los balnearios, paradores, playas, Covadonga, Parques Naturales, Los Oscos, en fin, la de su madre. Y todos vienen con asesor, guardaespaldas y amante. Total, cuatro. Y esta gente deja pasta. Y como el que prueba repite, pues bárbaro. Alguno incluso invertirá. Esto será Jauja.

-Para, para, que entonces por Gascona no se va a poder andar, atacada de millonarios, y van a poner la botella a cinco euros -comentó Guillermo, el que trabaja para el catastro, que ye muy sidreru.

-Eso sí, pero podemos aprovechar hasta que lleguen.

Y mandamos poner otras tres a enfriar y traer unes cazuelines de carne gobernada cuanto antes.

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