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Cronista de Noreña

Camilo José Cela y Noreña

Un episodio noreñense del Nobel en recuerdo por el centenario de su nacimiento

Estábamos a comienzos del año 1994 cuando comenzamos a escribir a Don Camilo José Cela con el fin de ofrecerle el nombramiento de Caballero de Mérito de nuestra Orden, contestando semanas después con una atenta carta en un sobre con sus iniciales bajo el logotipo de Cartero Honorífico.

Don Camilo aceptaba agradecido la propuesta del nombramiento y quedamos en concretar la fecha idónea para llevarlo a cabo, lo que se llevaría a cabo el día 6 de marzo del mismo año en la entonces su casa de Fontanar en Guadalajara. Pero antes de llegar a esa fecha se desencadenó una tormenta de opiniones en contra del escritor que tuvo su repercusión en Asturias, todo fomentado por comentar en su habitual sección "El color de la mañana", en el diario ABC, que él, Don Camilo, creía de niño que las gallinas tenían que ser asturianas porque eran asustadizas y con estas características no podían ser gallegas.

Se armó la de Dios. Cartas con insultos al ya entonces Premio Nobel en la prensa regional; las cartas al director de los diferentes periódicos se multiplicaban a diario con este asunto. Recuerdo el chiste de Neto en La Voz donde aparecían sendas alfombras en busca de Don Camilo, una desde Noreña y otra con tachuelas desde Mieres, donde -¡asómbrense!- había sido declarado "persona non grata" por la corporación mierense por opinar de lo que él creía de niño, cuando aquí, en Asturias, no habrá pueblo donde de críos decíamos "gallego el último, no seas gallina". Pocos problemas debíamos de tener cuando se dedicó tanto tiempo a este caso.

Y como les parecía poco el comentario en debate, se le añadió a la marea de opiniones lo ya sobradamente comentado de que "la Virgen de Covadonga si ye pequeñina y galana que se joda"? que había aparecido en Cuadernos del Norte. Así que con este bagaje, aprovechando un viaje que teníamos programado para participar en las jornadas de la Matanza en Burgo de Osma, decidimos visitarle en su finca de Fontanar, estando previsto que todos cuantos participábamos del viaje fuésemos recibidos por Don Camilo. Al coincidir con una carrera ciclista y sus consiguientes retrasos en el tráfico, decidimos desplazarnos una representación en el vehículo particular de Carmen Esteban Fonseca, alcaldesa de Candelario que nos acompañaba. Pronto dimos con la finca, custodiada por un guarda de seguridad que nos facilitó el acceso. Caminando por el exterior hacia el despacho del escritor pudimos apreciar el monumento al "Cipote de Archidona", como de unos cinco o seis metros, y por una puerta en la zona sur del chalet, con una gran cristalera, entramos en la casa. Allí estaba esperándonos Don Camilo José Cela elegantemente vestido con una chaqueta austriaca, corbata y pantalón gris. La primera pregunta no se hizo esperar:

-¿Solamente vienen ustedes? ¿Dónde están los demás?

Le comentamos lo del atasco con la carrera ciclista y comenzamos trasladándole nuestra gratitud por la atención de recibirnos y por aceptar el nombramiento. Hablamos del sabadiego, hablamos de Noreña y, por supuesto, de todo cuanto acontecía en contra de su persona en Asturias.

-La culpa es de las cartas al director. Cualquier mequetrefe que se lo proponga puede aprovechar esa sección periodística para poner verde a cualquier ciudadano. ¿En qué cabeza cabe que yo pueda meterme con los asturianos? No se quiso entender mi opinión infantil, como tampoco se quiso entender que yo no había sido el autor de la frase contra la "Santina" de Covadonga. Es sobradamente sabido quién la soltó, estando yo presente, pero claro, es más fácil envainársela a Camilo, que lo único que hizo fue comentarla en los Cuadernos del Norte.

Pascual, el perro yorkshire de Marina Castaño, con lazada rosa en la cabeza, pretendía juguetear con el escritor, pero solamente recibió un leve manotazo para que nos dejase en paz, ya que al parecer era un poco pelmazo.

Le entregamos los atributos de Caballero de la Orden del Sabadiego y su correspondiente diploma, todo ello ahora expuesto en su casa museo de Padrón. Julio Sánchez ejercía de fotógrafo, y mientras Don Camilo posaba y firmaba en nuestro libro de honor, aprovechamos para ojear la colección de orinales que colgaban, perfectamente alineados, y las litografías de Eduardo Úrculo en su despacho, perfectamente ordenado. Nos invitó a café. A la alcaldesa de Candelario le preguntó si continuaban funcionando las regaderas que cruzan su pueblo y con su habitual sorna nos preguntó si lo de ser "persona non grata" significaba que no podría pisar suelo mierense?

De regreso a casa las críticas no cesaban. El entonces alcalde Aurelio Quirós comentó en la prensa que si Don Camino aceptaba la invitación y acudía a visitarnos sería bien recibido, lo que provocó vulgares comentarios pueblerinos de que sería recibido con tomates. Lógicamente no vino a Noreña -eso que perdimos- y nos recibió en el mes de noviembre en el hotel de La Reconquista con motivo de la entrega de los galardones "Príncipe de Asturias", donde una vez más nos demostró su exquisita educación, exagerada buena educación, diría yo, que ya nos había mostrado en Fontanar. Comprendo que conociendo sus intervenciones en entrevistas televisivas cuesta entender la afabilidad y buenos modales que ofrecía Don Camilo en persona, pero no tengan ninguna duda de que así era.

Recibimos algunas muestras de apoyo en todo ese tiempo, pocas, pero públicamente solamente lo hizo el amigo Antonio Masip Hidalgo con una carta en LA NUEVA ESPAÑA, lo cual le agradecimos en la presentación de las fiestas del Picadillo en la primavera de 1995.

Del concejal mierense que promovió la recogida de firmas y propuso el nombramiento de "persona non grata" al Premio Nobel no recuerdo su nombre ni conozco sus méritos para seguir en el candelero con esas nimiedades.

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