Lo verdaderamente rompedor hubiese sido suspender las fiestas. Un año de barbecho para que la cosecha del año que viene fuese mejor. Incluso se podría cambiar la tierra de labranza y abandonar de una vez la Catedral y hacer conciertos de calidad, de pago (sin subirse a la parra que les veo venir) y en un recinto digno. En las últimas semanas no he encontrado a nadie a quien le gusten las fiestas de San Mateo. Se critica a un pregonero que no conoce nadie, la programación cultural, infantil, los escenarios, los chiringuitos, a los hosteleros, a los que organizan las fiestas, a los que no las organizan. Lo mejor hubiese sido pararlo todo. A tenor de lo que se ha visto en las últimas semanas se contentaría a mucha más gente que con el sarao que empieza esta mista tarde. Aunque pensándolo bien y ya que se han empeñado habrá que disfrutar un año más de San Mateo.