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Crítica / Música

Fado y poesía al compás de tres por tres

Ante el éxito en Bueño de la mezcla de versos y música portuguesa

Nunca hubo tanta gente como este quinto año en las veladas de fado y poesía de Bueño. La tarde-noche era tan serena como nubosa y allí, junto a los hórreos dos o tres veces centenarios, se echaban de menos cuatro cinco grados más de temperatura, pero ya se sabe, no todo siempre es perfecto. Fue un "encontro" muy, muy agradable, donde triunfó el "portuñol", ese idioma hecho de palabras portuguesas y españolas y de afecto mutuo, de buenos sentimientos.

Dora María, fadista ribatejana, cantaba tres fados que se alternaban con series de tres poesías del autor miñoto (de Viana do Castelo) António Carlos Santos, que leía en un portugués claro, bien timbrado y muy musical, unos poemas de sus libros "Versos de mel&fel", " 50 anos-50 poemas" y "Geometría do amor", que luego Joaquín de la Buelga recitaba traducidos al español con fondo musical. La música de los fados la hicieron, muy, muy bien con la guitarra portuguesa João Vaz (18 años. Ojo al dato: si sigue así, a los veintitantos no va a hacer música, va a hacer retazos de cielo) y João Silva con la viola de fado, que ya deja oír el paraíso con su música.

Dora María, en realidad nació en Lisboa, pero vive desde casi siempre en Abrantes o Chamusca, hizo un fado de su tierra, que es luminoso, soleado, vivaz, alegre, con un repertorio en el que se vivió fado-fado, fado-canción y alguna fusión, como una preciosa "A vida vai", que es mitad fado y mitad morna caboverdiana y que coreamos "e eu vou com ela" ("la vida va y yo voy con ella"). También cantó los preciosos fados "Bacalhau", "Georgino", "Pedro Rodrigues", "Amor de mel, amor de fel", "Isabel"?y una balada. Dominio total del fado de verdad, del de siempre, hecho con propia versión, pues el fado-fado es infinito, admite todas las posibilidades de personalizarlo con aire propio, como lo hizo Dora María, sin perder su identidad, eso es lo más grande del fado tradicional.

En fin, una velada de encuentro mutuo, cultura, música, versos y emociones, que ya se van haciendo sitio en un escenario estupendo como es un sábado de fin de verano en Bueño, esa aldea mágica que tenemos ahí al lado, para cuando queramos dar un paseo por el paraíso.

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