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Con vistas al Naranco

Semprún después de Semprún

Breve semblanza del intelectual madrileño

"A Jorge Semprún muy bien muy bien no lo conocía casi nadie" Juby Bustamante

Será siempre un mito.

Tuve la dicha de conocerlo levemente pero se me hace más próximo con "Imprescindibles" de Televisión Española y los tres libros que me acabo de zampar: la biografía, nada complaciente, de su pariente Soledad Maura Fox, excelente, de la que hay quien me dice que, penetrando en su intimidad, jamás, de haberla leído, él hubiera aprobado; las memorias de Manolo López ("Mañana a las once en la plaza de la Cebada", terminadas por el asturiano Pin Torre) y su obra póstuma, "Ejercicios de supervivencia".

Fue un puntazo que Paco Ignacio Taibo II contara con su concurso en la edición de 2008 de la Semana Negra.

Ángel González lo había tenido, refugiado clandestino, en su casa madrileña, donde burló a la policía política franquista, de la que fue su primer objetivo durante años. El valor de Ángel, que me constaba, se actualiza con el reconocimiento de Semprún, lo mismo que el de López, torturado, cuya heroicidad permitió que Federico Sánchez, seudónimo o nombre de guerra, jamás fuera descubierto.

Cuando era ministro, Jorge me preguntó por un muchacho gijonés que estuvo en 1960 en el VI Congreso del Partido Comunista en Praga y del que guardaba gran concepto. Se trataba de José Ramón Herrero Merediz, recién fallecido esta primavera, que luego, a su regreso a España, padeció larga cárcel. Ocasión tuve de presentarle a Heinz Eickelbeck, Alcalde de Bochum, impresionado con su dominio del alemán y sus recuerdos de preso del campo de concentración nazi de Buchenwald.

Insisto, es un mito; imprescindible conocer su biografía y escritura.

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