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La mar de Oviedo

Javier

Cuando un gobernante apenas se deja ver, aunque sea cabal y trabajador, le pedimos visibilidad, iniciativas y titulares sustanciosos, además de puestos de trabajo; pero esto es peccata minuta cuando surge un Sánchez que no ve sebes, terco en la derrota, que, con cojones pero sin pulmones, trata de reflotar el barco que, como Gila, confundió con un submarino ("nos costó un trabajo hundirlo..."). Cuando los resultados electorales van así asá enseguida divisa tierra firme, mas no cambia el rumbo aunque se acerque un iceberg, chufla, chufla que como no te apartes tú... Y toca el violín, como la orquesta del Titanic, mientras se hunde el partido. ¿Qué dice González, nada sospechoso de querer mal al PSOE? Pide que dimita. ¿Qué dice Pablo? Suspende el viaje a América y defiende a Sánchez, con cuyo fracaso construye su balsa Podemos. Y aquí es donde extrañamos a Fernández.

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