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La Ciudad Y Los Días

Conjeturas sobre una baldosa protegida

La historia de un azulejo roto que representa la situación del gobierno local

En los viejísimos tiempos del periodismo ovetense, se daba mucha importancia a la información local. Si los diarios denunciaban una farola apagada o un atasco de alcantarilla, el concejal del ramo no tardaba en resolver el problema. No digamos si rompía una baldosa, caso frecuente, más por la fragilidad de los materiales de entonces que por desidia municipal. Para el remedio, ahí estaba atento, como digo, el ojo vigilante de la prensa, en Oviedo representada nada menos que por tres diarios y una Hoja del Lunes.

Vienen a la memoria estos lejanos recuerdos por el curioso caso -que parece trivial, pero resulta expresivo del enigmático quehacer municipal- de una baldosa levantada y rota, cercana al ámbito urbano en el que este periodista se mueve. Y permítase al periodista cierto desenfado ocasional en este leve comentario de urgencia.

Lo digo porque la baldosa a que me refiero no sólo permanece intacta en su triple quebranto desde hace meses, sino que está custodiada por una gran valla azul, asegurada a su vez a una farola con un atadijo de plástico. Valla que corta la acera y ostenta el escudo del Ayuntamiento con la consiguiente leyenda, solemne aunque provisional como se sabe, de "Muy Noble, muy Leal, Benemérita, Invicta y Buena Ciudad de Oviedo". En su mismo centro, por cierto, ha brotado una pequeña planta, clorofílico y aún tierno símbolo de esperanza.

La pregunta es qué representará la baldosa, quebrada en tres trozos, para ser tan firmemente custodiada y entorpecer por ello el paso por la acera, justo a la entrada del recinto universitario. Hasta el momento en el que esto se escribe -fin de semana en un largo viaje-, no ha conseguido el firmante una información clara sobre el caso.

La incógnita está no solamente en la permanencia de la avería y el curioso hecho de su custodia, que obliga por cierto a un corto desvío de la circulación peatonal, bastante nutrida de vecinos, paseantes y universitarios. Porque falta decir que las coordenadas de situación se encontrarían justo en el límite de la acera que separa los territorios del siempre respetado campus universitario -la Facultad de Informática, antiguo Valdés Salas, los dos Colegios Mayores y las extensas instalaciones deportivas para los estudiantes- con el arranque de la calle Cardenal Cienfuegos.

Y en ese punto fronterizo, más bien indefinido, puede estar la clave: ¿está la baldosa en el recinto universitario o en terreno municipal?... ¿A qué se debe su larga permanencia?... La baldosa está rota, ¿qué tendrá la baldosa? ¿Algo que ver con la servidumbre de paso para los vecinos de la calle Teodomiro Menéndez, quien trajo en la cinta del sombrero la orden de poner en marcha la Revolución?...

Más bien, diría yo, emblema pétreo del tripartito municipal, tan ocupado en arreglar asuntos urgentes del pasado remoto. Siempre tiene uno la tentación de caer en lo novelesco.

Los vecinos hemos organizado unas apuestas.

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