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Con vistas al Naranco

Summum ius, summa iniuria

Una reflexión sobre la encrucijada en la que se encuentra el PSOE

"Ha sido bueno que Sánchez dimitiera. Su 'no' era estático y eso va contra los fundamentos de la acción política" Elías Díaz

Los que provenimos del Derecho y del foro solemos ser aficionados a las máximas latinas, como esta de Cicerón, "summum ius, summa iniuria", que se suele traducir "suma justicia, suma injusticia".

Mis compañeros de partido, y aún de andadura progresista, que, con total buena fe y algo rezagados, siguen convencidos de que el PSOE no debería abstenerse ante Rajoy en una segunda, y ya cuarta, votación están sin duda amparados por el estricto purismo, pero caen en una simplificación táctica preocupante por supuesta dignidad y ridículo vértigo que llega a la aberración de otras elecciones y su ulterior resultado.

Lo viene denunciando, ya desde principio de año Javier Fernández, pues con la eternidad anquilosada del no, además de despreciar al electorado, se lograría quizá algún día el efecto perverso de convertir a Rajoy / PP, hogaño sometido al Parlamento, en poseedor de un respaldo escapista mayor y a nuestro pueblo harto y herido de nuestra pelmaza actitud de "perro del hortelano", que tanto popularizó Lope de Vega.

La política es arte difícil a la que han llegado demasiados tocados por la corrupción o la simplista tontuna, pero el representante que legítima y voluntariamente ha querido serlo de sus ciudadanos no puede eludir responsabilidad y decisión. Es su abnegada grandeza.

Nada está exento de riesgos, como le pasaba al Quijote de continuo en su andanza. Es, en cualquier caso, la democracia representativa que hemos conseguido tras no pequeño calvario. La demagogia y la ignorancia hacen daño y nos lo harán más de no cortarse de raíz. Un buen compañero, rayando la clarividencia, que me acompañó en el Ayuntamiento, minero, originario de la cuenca langreana, solía decirme: "Palante, que patrás va ello solo".

Otro aforismo latino procede plantearse, "¿quid prodest?", "¿a quién beneficia?" que todo político progresista sincero debe íntimamente preguntarse ante la mínima, y esta no lo es, decisión o disyuntiva. Para mí la respuesta está clara y se daría extraño rebote si los que buscan la oposición exquisita del no es siempre no, incluso a la cuarta, o la sexta y la octava si fuese menester, se autodescalifican como políticos maduros, "padres de la patria", representantes legítimos de los electores convirtiéndose, por su empecinamiento, perversamente, por camino torticero, en servidores de la derecha, quizá de la extrema incluso. Se negarían a los mejores instrumentos para transformar y paliar la injusta sociedad. La única torpe indignidad, de haberla, es no haberse percatado ya a primeros de año del panorama.

Confío en que mi partido no haga el juego al absurdo negativismo y / o la estupidez de empujarnos al precipicio.

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