La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Con vistas al Naranco

Entre el "alien" y el GIST

El descubrimiento de un tumor en mi cuerpo

Un tumor invasor inesperado, como aquel armado elefante blanco del 23-F, se ha localizado dentro de mí; descubierto su escondite por una bendita lotería que llaman medicina preventiva, entre la ciencia/ficción de "alien" y el abrupto GIST, siglas inglesas de "Gastrointestinal Stromal Tumors".

Como mi dominio de la grafía idiomática es limitado, en un primer instante llegué a relacionar mi alien con John Hicks, del que era entusiasta un profesor de microconomía en Deusto al que llamábamos Peseta.

Mis admiradas C.G.O. y A.H.M., intelectuales de primera, me animan a fabular sobre este "alien" que de momento no me dejaba otra sintomatología que un grito silente y monótono de "hay que quitárselo de encima; ¡sí o sí!".

Nuestro, por ovetense icónico, Woody Allen ha dejado dicho que a una determinada edad, plena de patologías diversas y adversas, la palabreja mágica que queremos oír es "benigno".

Como plumilla, que dice Javier Cuervo, desde esa edad que, siguiendo al devocionario padre Astete, se alcanza, aunque sea muy dudoso, la espiral distinción bien/mal o uso de razón, ha más de medio siglo que peroré sobre el Hospital General. Eran tiempos en que López Muñiz, amigo mío, pues lo era mucho de mi familia, trataba de sacar adelante una institución vanguardista de la que recelaban hasta el odio inmisericorde poderosos sectores de la sociedad tardofranquista. En mi empanada mental publiqué elogioso comentario de Réquiem a cinco voces, con autor, Martín-Vigil, también amigo de los míos. Yo era crítico ya de ambos, López Muñiz y J.L.M-Vigil, pero, bien educado y autocensurado, intuyendo comprometerme con el progreso, los uní positivamente en mi viejo artículo de juventud.

El rosáceo novelista, pese a su engañoso éxito de entonces, no pasa la página de su época, de la que provienen otros, algunos más jóvenes, de mucha mayor calidad, pero menos leídos entonces (Ferlosio, Benet, Delibes, Ayesta, Goytisolo, Aldecoa, Torrente, Cunqueiro, Martín Santos, Laforet...). Mientras, López sigue de indirecta actualidad con el magnífico HUCA, heredero colateral de aquel sorprendente ideario de los años cincuenta que, a su vez, poco antes alumbró una coplilla popular:"Oviedo, un monte, la Catedral / una calle larga y ancha / la casa consistorial / un montón de casas viejas / un proyecto de hospital / Isabel Maqua, Ladreda / y pare usted de contar".

Tengo para mí que Pepe López Muñiz sufrió miedo así mismo y no hizo el libro que quería con Pepe García, que fue luego consejero con Rodríguez-Vigil, Trevín y Areces. El tándem López/García, que nunca existió, hubiera sido un hito de aportación historicista conjunta.

Mi "alien" está dispuesto a liberarse pronto de mí, o viceversa, en lucha desigual. En el mundo de la ficción era un simple "octavo pasajero", casi un polizón.

Valen sus incursiones literario cinéfilas en la astronavegacion, la decodificación binaria, los lanzallamas y el arrojo del monstruo al espacio, ¡con un boquete en el abdomen, perforado de adentro hacia afuera!

Algún amigo sostiene, tal el atestado de Tabucci para su Pereira, que la trastada gratuita del "alien" para conmigo es espontánea respuesta somática al follón interno que tenemos los socialistas y que tan sádicamente estamos trasladando a una sociedad ávida de más sosegados y esperanzadores horizontes.

Desde luego, mi horizonte, mejor limpio de obstáculos laberínticos de insoportable lesa inteligencia sectaria y, por supuesto, sin el también perverso y prescindible GIST.

El Nobel Jacques Monod hizo reflexiones últimas de su enfermedad sobre cuya relectura he de volver.

Mi afecto y solidaridad para cuantos padecen semejantes, u otros carcinomas del resto de la letanía "alien", y el agradecimiento profundo al HUCA y sus sanitarios.

Compartir el artículo

stats