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La mar de Oviedo

Cuervos

Ante un cuervo me siento identificado; de reencarnarme en bicho sería cuervo. Pocos días ha, conversé con un cuervo en el Rincón de las Aves, en Santianes de Pravia; primero con Ceferino, el animador, luego con Lalo, muy atento, un grajo salvado en el Sueve, salvado, digamos, de la libertad. Me interesa esta especie, me viene en el blasón; en los análisis, el hematólogo me detecta siempre seis cuervos de sable pasantes por la derecha. El pasado domingo vi en la Torre de Londres los siete cuervos que cuida el Ravenmaster ("raven" es cuervo en inglés); la tradición les dice que cuando los cuervos abandonen el lugar desaparecerán Torre y monarquía, por eso, por no dar facilidades a la república y evitar que el Continente les colonice el contenido, les arrancaron las alas. En Oviedo nos pasa lo contrario con los jabalíes: les dimos alas y no se van ni de coña, y yo, francamente, echo de menos invasiones alóctonas.

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