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Secretario general del PP de Oviedo

Oviedo, malos tiempos para la lírica

Sobre el populismo, la demagogia y el peligro de los extremismos

La victoria de Donald Trump prometiendo levantar muros y establecer aranceles, el "Brexit" buscando romper la relación entre el Reino Unido y Unión Europea o el auge político y electoral de los extremismos en Europa, comenzando por Marine Le Pen en Francia, son algunos ejemplos del "discurso de brocha gorda" que parece triunfar en nuestros días.

En España, son la izquierda extrema y los nacionalismos centrífugos quienes se apuntan al carro del populismo y la demagogia y quienes articulan sus discursos sobre simplezas y argumentaciones fáciles de comprar por sectores menos (o mal) informados y damnificados por la recesión económica.

Todas estas manifestaciones políticas tienen en común la manipulación de la opinión pública mediante prejuicios. La clave está, antes de aportar soluciones, en encontrar "el marco", algo que resulte ajeno y que cargue con la culpa de los males que padecemos. Pueden ser los mexicanos, los coches japoneses, las elites empresariales, la casta política, los tratados europeos, "el España nos roba" o "el régimen del 78".

Estas no son más que actualizaciones de viejas recetas que triunfaron y polarizaron la sociedad en los años 30 del pasado siglo, y que conducen siempre al desastre porque no parten de la racionalidad sino del prejuicio más irracional.

¿Hay populismo en Oviedo? Claro, el tripartito que gobierna al Ayuntamiento y sus decisiones están motivadas mayormente en prejuicios.

Prejuicios como el que la gestión pública siempre es mejor que la privada que lleva a municipalizar un servicio eficiente como la recaudación, reconociendo que es una decisión ideológica, que es casi como decir teológica.

O prejuicios culturales como el supuesto elitismo de determinadas expresiones artísticas y que llevan a eliminar los Premios Líricos Teatro Campoamor.

Unos premios que son una magnífica expresión del papel que juega la lírica en Oviedo y el broche de oro a las magníficas temporadas de ópera y zarzuela.

Unos premios que después de 10 ediciones son referencia nacional y que de por si suponen un espectáculo de primer nivel con la participación y el reconocimiento a los más brillantes intérpretes y producciones del momento.

Pocas ciudades en el mundo del tamaño de Oviedo pueden presumir de la programación musical, en cantidad y calidad, con la que contamos.

Es una auténtico lujo poder decir que Oviedo es sede de dos orquestas sinfónicas, de diversas agrupaciones musicales de grandísima y reconocidísima calidad, de temporada de ópera, de zarzuela, de jornadas de piano, de música barroca, etc, etc, etc. y los Premios Teatro Campoamor, únicos en el panorama lírico español, permiten poner en valor todo ese bagaje cultural y llamar la atención de todos los públicos a través de los medios generalistas y especializados.

Sin duda es necesario fomentar y facilitar el desarrollo de otras expresiones musicales y artísticas, pero eso sin denostar y desmontar lo que ya existe y que además nos identifica.

No deberíamos permitir que la irracionalidad y los prejuicios sean las señas de identidad de un Ayuntamiento que ya ha intentado quebrar la relación de Oviedo con los Premios Princesa de Asturias, lo que nos convertiría en el hazmerreír de España.

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