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Responsable de Acción Política de Ciudadanos Asturias

Expolio cultural en Oviedo

Los recortes del apoyo público a los dos galardones más importantes de la ciudad

Dice Maquiavelo que el único medio seguro de dominar una ciudad acostumbrada a vivir libre es destruirla. Eso es precisamente lo que está tratando de hacer el Gobierno de Oviedo con su política cultural, despachando en los presupuestos, como si fuesen gastos de representación de las élites y no valiosas inversiones, los dos galardones más importantes de la ciudad, los premios "Princesa de Asturias" y los Premios Líricos. El poder local le llama cambio, pero se trata de revancha; no es política, ni gestión, solo es ideología.

Lo primero que hizo Lincoln tras ganar la guerra civil fue pedir perdón y nombrar a una serie de rivales políticos como miembros de su propio Gobierno. Algo similar hizo Nelson Mandela cuando alcanzó la presidencia de Sudáfrica. Les pidió a los funcionarios blancos que se quedaran y luego sublimó la reconciliación del país mediante su deporte nacional, el rugby, un símbolo del poder blanco que terminó por convertirse en un emblema de concordia.

Sé que a menudo son fórmulas de marketing, pero siempre creo a los políticos que tras ganar las elecciones proclaman que gobernarán para todos los ciudadanos, también para aquéllos que no les dieron su confianza. Les creo, principalmente, porque pienso que es nuestro deber trabajar por el interés general, con altura de miras. El Gobierno de Oviedo, sin embargo, gobierna a golpe de represalia, perjudicando al municipio al servicio de la cólera partidista.

Causa rubor cómo la concejalía de Cultura se ha deshecho de la partida de los premios "Princesa de Asturias", con el salvoconducto del alcalde, como si los hermanos pequeños de los Nobel fuesen una bomba pestilente. Y siento una profunda tristeza ante la destrucción de los Premios Líricos, unos galardones únicos en España que refuerzan desde hace una década el prestigio de la lírica ovetense, una tradición más antigua que cualquiera de nuestras siglas, y que ostentan con honor los mejores artistas del gremio en sus giras internacionales.

Hace casi un siglo, Ortega y Gasset reivindicaba, frente al método revolucionario, el derecho de los ciudadanos a la continuidad, un mandato moral que el Gobierno desobedece por venganza. Los ovetenses no merecen pagar con este expolio cultural el despilfarro y la mala gestión de los gobiernos del pasado. También tienen derecho a la continuidad, a los cambios tranquilos.

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