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La mar de Oviedo

Sólo una cosa

Veo mucha tele, excepto series por no hipotecarme; películas, sálvames, frank-de-las-junglas, granhermanos, tenis y, sobre todo, debates políticos, éticos, perláticos y antiestéticos. Me aburre discutir pero me interesa lo que se cuece en mi entorno plasmático. A lo que voy, no hay controversia, sea teledirigida sea de francotiradores, de alto nivel o de perfil bajo, en que no salga a relucir, cual amenaza del tertuliano de turno agraviado por su ofensor, esta expresión: "Sólo te digo una cosa". Antes cogía yo bolígrafo y papel para tomar nota de la cosa, a la espera de una sentencia lapidaria, una réplica aguda que dejase boquiabierto al interlocutor y conquistase a la audiencia, pero siempre sueltan una memez, y no contentos añaden media docena más de vulgaridades, sólo una tras sólo otra, y luego sólo otra, y todas juntas no hacen una sensata. Mucha tele veo y aún me quedo corto.

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