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andres montes

Florecerán cien "Madreñas"

Política cultural para los nuevos tiempos

La apariencia fiable de los números los convierte en un arma contundente cuando se trata de solapar intenciones. El derrumbe con estrépito del gabinismo impone restricciones presupuestarias y echar por delante los 260.000 euros que cuesta la gala lírica como argumento para prescindir de una de las piezas más singulares de la programación musical de Oviedo parece un parapeto inexpugnable. Pero el prejuicio tiene una tendencia lobuna a enseñar la patita por debajo de la puerta y la justificación posterior del accionamiento de la guillotina contable revela que bajo el problema del dinero subyace el de un neoviejuno modelo cultural. Para algunos de los que ahora tienen capacidad de decisión sobre lo colectivo, el Campoamor mantiene intacta su condición simbólica de nido burgués, que se acrecienta con espectáculos que por su propia naturaleza son irremediablemente caros. Oigo lírica y saco el presupuesto.

¿Cómo pueden vivir con el baldón de seres elitistas amorrados a las cuentas municipales el millar largo de personas que asistió al magnífico montaje de Els Comediants en la última gala lírica del Campoamor? Incluso hubo algunos que comieron tarta de cumpleaños. Consuélense: todo aquello que amplifica el estrecho horizonte de nuestras vidas tiende a ser elitista. Aquí, un simple lector es la encarnación de la rareza y el rebuscamiento, como muestran las estadísticas.

Frente a las presuposiciones que hacen del presupuesto municipal un arma cortante, conviene recordar que abrir el acceso a ciertas formas de cultura sólo se puede hacer con financiación del común porque, si todo se repercute en la entrada, se convierten en reducto exclusivo de los pocos que pueden pagarlo. Pese al empeño de algunos, vivir en un barrio no es un ningún estigma cultural que requiera una atención específica por parte de los poderes públicos. Y en torno a la música clásica en todas sus variantes existe en Oviedo una actividad económica ahora amenazada por la sospecha de su exclusividad social. Quede constancia además de que restringir la dieta cultural es otra manera de depauperar a una ciudadanía ya bastante empobrecida por otras vías en estos años.

Un exceso de herrumbre ideológica anula la capacidad de esta izquierda para generar algo nuevo sin arrasar aquello que merece la pena preservar. En su tiranía del gusto son gabinianos desde la orilla opuesta, ellos que llegaron como redentores del nefando modo de gobierno local del último cuarto de siglo.

En el futuro, parafraseando la profecía revolucionaria nunca cumplida del Che, florecerán cien "Madreñas" y algunos cuentacuentos.

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