El concejal del PP Francisco Javier García acusa a Somos Oviedo de haber abierto una agencia de colocación en el Ayuntamiento, de montar juergas con cargo al erario público y de no hacer nada por la ciudad. Es un caso clínico de lo que en psicología se conoce como "proyección" o efecto espejo: literalmente proyecta en otros sus propias carencias, errores y defectos.

Este señor, por si no le conocen, es periodista. Lo fichó Agustín Iglesias Caunedo para su lista electoral con el objetivo de nombrarle concejal de Deportes con una jugosa dedicación exclusiva. En el entreacto una mano amiga colocó a su esposa en una contrata municipal, en la que sigue trabajando. Cuando finalmente una mayoría de ovetenses dio su confianza a las fuerzas del cambio, y el PP se vio desalojado del gobierno municipal que había ocupado durante dos décadas, Francisco Javier García se quedó sin el cargo prometido y no pudo colgar el micrófono, ya que con el dinero que obtiene como edil en la oposición al pobre no le llega para vivir. Así que en un alarde de escasa ética profesional sigue ejerciendo su profesión de periodista a la vez que es concejal de una fuerza política. Vamos, es actor y crítico, está en la procesión y repicando. Tenemos, pues, a un señor de escasa ética profesional, que enchufó a su pareja en el Ayuntamiento y que pensaba venir a vivir de la política, pero que se quedó sin concejalía delegada. Quizá por eso insiste machaconamente en comparar a Ana Taboada con Cruela de Vil, ya que para este misógino ella es la bruja que le quitó el momio. Este señor acusa a los demás de lo que él mismo pretendía hacer, y ha conseguido en parte: usar el Ayuntamiento de Oviedo como agencia de colocación para su familia.

Acusa también Francisco Javier García a Somos Oviedo de montar juergas a costa del erario público. Suponemos que se refiere a los procesos de participación abiertos para la mejora del Campo San Francisco y el viejo HUCA, actuaciones realizadas por el Ayuntamiento de Oviedo con instituciones y profesionales de trayectoria impecable. En su ofuscación, Francisco García confunde dos procesos participativos que por fin sacan al urbanismo de los despachos en los que se cocieron los grandes negocios de esta ciudad, con una "juerga". El concejal periodista nos trae a la memoria, oh infortunio, las que se corrió por tierras americanas su jefe, Agustín Iglesias Caunedo, presuntamente a costa de otra contrata municipal, unas fotos muy desagradables que algunas querríamos poder borrar de nuestra memoria, pues nos remiten al machismo más sórdido. No me hablen de juergas, por favor, que viniendo de ustedes se me revuelve el estómago.

Prosigue asegurando que Somos no ha hecho nada por la ciudad. El solo hecho de haberles desalojado es mucho, señor García. Evitar que sigan en activo los golfos apandadores es un enorme paso adelante: le han dejado a esta ciudad un agujero de más de 100 millones de euros, pero no se hacen responsables de nada, más que del insulto y el desprecio al adversario político, sin el menor rigor, y cayendo en los tópicos más rancios del machismo de este país.