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La mar de Oviedo

Mil aires

Si ascendiéramos al nevado cerro El Plomo, de 5.424 metros de altura, en los Andes, siguiéramos las torrenteras del oeste y el cauce del río Mapocho; si antes de desembocar en el Maipo (que sigue a Valparaíso y el Pacífico) nos saliéramos del curso fluvial en Santiago de Chile, donde el Parque Bicentenario, entre jacarandas, espinos, ceibos y cisnes de cuello negro, a la altura de Alonso de Córdova (con uve) y tomáramos esa calle en dirección otra vez a la cordillera andina, hasta el nº 2.843, pasada Nueva Costanera, cerca de la avenida Vitacura y la iglesia de la Inmaculada Concepción, que en los años 50 perteneció al Sagrado Corazón de los Padres Holandeses, alcanzaríamos la librería Mil Aires; en su interior un cartel dice: "Mantenga a los niños al alcance de los libros". O sea, permítales que lean, que viajen con el espíritu, que reciban en el rostro las mil brisas del ensueño.

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