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Concejal del PP

Un programa escrito con odio

Sobre la polémica por la aplicación de la ley de la Memoria Histórica en el municipio

El concejal socialista Ricardo Fernández vuelve a la carga para tratar de dar una cobertura razonable a la arbitraria y sectaria decisión que ha tomado el tripartito a espaldas de los vecinos para cambiar el nombre de 21 calles de nuestra ciudad. Lamento que en el debate promovido por LA NUEVA ESPAÑA no pudiera exponer sus razones y, aún más, que no aprovechara el tiempo para atender las razones de quienes mostraron libre y responsablemente su oposición a estos cambios. Fue un debate abierto, sin manipulación ni influencia política alguna, en el que se expresaron ciudadanos que tienen opinión y que merecen que se la escuche y se la tenga en cuenta.

Ni el tripartito ni el señor Fernández con su artículo reclamando "Memoria y palabra" han podido demostrar que su decisión tiene fundamentos legales y sociales. La primera prueba que avala que estamos ante una maniobra sectaria y vengativa es que el tripartito despreció las conclusiones de la plural comisión (con conspicuos comunistas y con periodistas e intelectuales de neutralidad demostrada) constituida en 2008 para establecer qué cambios eran precisos en aplicación de la ley de Memoria Histórica, y decidió, en cambio, constituir otra comisión que se desacredita con sólo comprobar la falta de neutralidad -cuando no de rigor y capacidad intelectual- de buena parte de sus integrantes: quisieron desde el primer momento una decisión dirigida sin ningún debate.

Se dice, y es cierto, que en ocho años no se aplicaron todos los cambios planteados por la comisión de 2008, pero lo cierto es que, hasta la llegada de la nueva hornada radical, ni PSOE ni Izquierda Unida entendieron que ese fuera un asunto urgente. Nunca plantearon seriamente que se ejecutaran los acuerdos de la comisión, ni siquiera cuando uno y otro partido pactaron aspectos relevantes de la política municipal con el PP. Es evidente que, alejados entonces del virus de la radicalidad, consideraban, como el PP, que este es un asunto que debe realizarse pausadamente, buscando consensos y huyendo del más mínimo riesgo de crispación o de resucitar el "guerracivilismo".

Uno puede esperar que los más radicales defiendan esta decisión con argumentos sin argumento, que es como habitualmente gobiernan. Pero que un socialista defienda que está bien quitar el nombre de Calvo Sotelo es incomprensible. Mire señor Fernández, a José Calvo Sotelo se le dio la calle muy merecidamente por su labor política y vincularlo al golpe de Estado es una maldad impropia de quienes deberían sentir vergüenza por su muerte dadas las sospechas históricas que existen de que su ejecución -días antes de que se produjera el golpe de Estado- fue realizada por las fuerzas de seguridad de la República vinculadas al líder socialista Indalecio Prieto, el mismo que el 4 de julio de 1934 sacó una pistola en el Congreso de los Diputados para amenazar a un diputado de la CEDA y el mismo que, aunque abjuró postreramente de ello desde su exilio dorado en México mostrando su arrepentimiento, impulsó la Revolución de Octubre que fue un violento golpe de Estado contra la República. ¿Puede alguien en su sano juicio democrático y humano defender que merezca más figurar en el callejero de Oviedo Indalecio Prieto que José Calvo Sotelo? ¿No habría que exigir la retirada del nombre de Prieto en todas las ciudades donde aún se mantiene? ¿O es que por ser socialista ya tiene todos los perdones y todos los derechos? Calvo Sotelo fue asesinado; fue una víctima y es una ignominia que se justifique la retirada de su nombre de ninguna calle. Como lo es quitar el nombre de Fernández-Ladreda -la calle se le otorgó por su labor como alcalde mucho antes del inicio de la Guerra Civil- y mantener el de Valentín Masip, cuyo único mérito, además de tener un hijo socialista -¡otra vez el carné te salva!-, fue ser un leal seguidor y ejecutor de las consignas franquistas. Y como es una provocación insensata quitar el nombre de la Gesta a una plaza o a un colegio, cuando es evidente que esta denominación no entra dentro de esta ley.

Remover el pasado suele traer malas consecuencias; y más si se hace con voluntad de venganza, queriendo ganar las guerras perdidas por los abuelos y los padres. Lo que hay que hacer es aprender de ellas para no volver a repetir los errores que las alimentaron. Y me parece que el hecho de que esta haya sido -junto con la remunicipalización fallida de la Recaudación o el cierre del Asturcón o no lograr aprobar en tiempo y forma ningún presupuesto- la gran acción del tripartito en año y medio demuestra que estamos ante un gobierno que trae un programa escrito con odio para destruir la convivencia y el progreso en Oviedo.

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