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Viaje con las esculturas de Oviedo

Sobre la destacada presencia de estatuas en la capital del Principado

Sé que la palabra elenco no es la apropiada y está fuera de lugar, pero ¡qué quieren que les diga!, para mí todas son una más de la familia, tanto que hemos echado a un lado los formalismos y hace mucho que nos tuteamos. Cumplen su misión y, además, conversar con ellas proporciona una certera visión de concepto, historia y estilo del paraíso en el que moramos los carbayones. Por eso hablo de elenco y no de esculturas.

¡Atiendan! Ahora que el Campo está tan de moda, cercano al paseo de la Herradura, tropiezo con el santo franciscano que en el siglo XIII, de peregrinación a Santiago, visitó Oviedo. Algunos comentan que ya de aquella para reclamar la reparación del quiosco del Bombé.

¡Puff! Es difícil de creer, pero observando su postura beatífica aunque con adusto semblante, las manos enlazadas bajo las anchas mangas del hábito, y a pesar de su aspecto pacienzudo, asimismo franciscano, si nos fijamos con detenimiento en sus ojos, comprobamos que dirige una gélida mirada a su cáustica vecina del estanque de los patos: Mafalda, la amiga de Quino. Lo cierto es que ella se reprime y, pensando en la ingenuidad del santo, no se carcajea, ¡buena es!, pero sus labios esbozan una burlona sonrisa, de oreja a oreja, como diciendo, que te crees tú que algún año de estos terminarán de arreglarlo.

Como el tema no acaba de convencerme voy y le pregunto al creador de Pinón, Telva y Pinín (el que de Pinón ye sobrín). El bueno de Alfonso, que se monda cada vez que me acerco a él para hacerle una foto de calidad: "¡Ya te dije mil veces que no lo intentes más, que el contraste la hace imposible!". La verdad es que en muchas ocasiones, fuimos buenos amigos, voy a que me cuente cosines de Oviedo; quieren creer que cuando le mencioné el quiosco le dio tal ataque de risa que casi le da un colapso. Otro tanto le ocurrió al radiofonista Manuel (Manolo Avello) cuando se enteró de lo que iba a preguntar. Paulino Vicente me comunicó que, para no verlo, hace un lustro que torció la vista hacia otro lado, y lo que farfulló Josefa la Torera no es apto para menores y no tengo valor para reproducirlo en el papel. Allí mismo lo dejé por imposible. Y es que el elenco que allí mora se trae un trajín que baje Dios y lo vea.

Sin salir del Campo, qué maravilla, nos encontramos en la ciudad bien novelada. El bueno de Clarín, harto de sí mismo y del húmedo, sombrío y enfermizo barrio de la Encimada, el tan atiborrado de andrajosos edificios; de personajillos linajudos, fatuos y estirados; del Magistral y de Álvaro; de Víctor y Ana (Ozores, no Belén); de los vacuos "gatos del forno"?, no lo soportó más y, de la mano de Hevia y Laviada trasladó a esta fronda (igualmente franciscana) su residencia; al menos cada noche toma café y charla con su buen amigo Armando, sí, el que le hace la competencia con la noble ciudad de Lancia. Me comentan que, en ocasiones, invitan al Marqués de Santa Cruz, a Sabino Fernández Campo y a José Tartiere. De Pérez de Ayala, Pilares y el Fontán de Tigre Juan nada quieren saber, como mucho saludan a la Encarna de Sebastián, el íntimo amigo de Ramón.

Aunque truene, llueva o abrase el sol, a la que da gusto ver mientras camina es a Esperanza, qué envidia, feliz entre letras y renglones, jamás aparta la mirada del libro; cada día, a las puertas del Campoamor la convierten en un fiel reflejo de la cultura ovetense. El otro día estaba releyendo "Nosotros los Rivero", dice que Dolores Medio le fascina. Y el padre Feijoo, ¡otro que tal baila!, qué trabajo cuesta que te dirija la palabra, eternamente embebido en su Teatro Crítico, tanto que no sale de las inmediaciones de San Vicente. Por ello hay que recalcar el gran ambiente que se respira en Naranco, cómo se percibe. "¡Los libros que nos unen!", asegura Úrculo.

Quede claro que en Oviedo presumimos de tipo fino, seguimos la dieta mediterránea y que, por mucho que digan Botero o Úrculo, ni la Maternidad (La Gorda) ni el Culis monumentalibus nos representan, aunque ellas bien que lo proclaman entre los turistas. Un buen pote de berzas o de fabes a las que de compango se les tira un gochu encima; ni que decir tiene que tampoco están mal con almejas; una carne gobernada, unos callos, merluza a la sidra de Esmeralda, unos carbayones de Camilo o unos moscovitas mantienen una perfecta línea y, además, derrochan colesterol del bueno.

Bien saben ustedes que todo ello ha de ser condimentado con productos de garantía, ecológicos y con denominación de origen: Manolo Linares afirma que la de Adiós Cordera y La Lechera de Trascorrales es leche entera y de gran calidad, sin gota de agua. En cuanto a los productos de la mar, no sé a que carta quedarme. Sebastián dice que La Pescadera lo trae de Cudillero y es el mejor. Sin embargo José Antonio afirma que el Vendedor de Pescado de Trascorrales, el que siempre se sitúa enfrente de la anterior, lo trae de Tazones y es más sabroso. Elijan ustedes, a mí me gustan de los dos puertos. De frutas y verduras me fío de Amador, él bien que lo pregona los jueves de mercado: "¡Siempre lo compro a las Vendedoras del Fontán!" Ah, y no olviden las inolvidables recetas de La Guisandera. Luisa dice que en sus páginas colaboraron los ángeles de la cocina.

Que del pensamiento y las artes los vetustenses somos grandes apasionados da fe, allá por la Puerta Nueva, el notario Mayor del Reino, nuestro admirado Conde de Campomanes, que ni un segundo deja de levantar acta de ello. Asevera que qué mejor representación del surrealismo que el Delfín del que Salvador nunca se apea. Y prosigue, si hablamos del arraigado vicio de la música observaremos que hay opiniones para todos los gustos: Mauro se deleita con El Violinista; Sebastián, siempre lo tuvo a gala, se entusiasma con El Concierto Gitano; Santiago se recrea con La Bailarina; a Santarúa le apasiona el cine, su actor favorito Woody Allen; a Mauro la literatura le llena la vida, como él mismo confiesa su preferida La Regenta; José Luis y Hugo opinan que las personas se forman con el raciocinio, y bien claro dejan entrever que el género femenino es su mejor representante: La Pensadora y La Mujer Sentada dejan constancia de ello.

Por qué no decirlo, aquí se respira camaradería y buen rollo. Si no indaguen y pregunten a los Amigos de Santiago y a Concordia, la de Esperanza. Oviedo desde antiguo tan recatado y para ellos ¡Viva el destape! Visten como Dios los trajo al mundo, siempre enlazados disfrutan del aire libre y la amistad mientras entonan la Novena del maestro Ludwig. En noches toledanas, antes de amanecer, van a que Riera les cuente el último chiste. De esto último pongo por testigo a Manolo.

Hay un tema que no tengo nada claro. Si me acerco a la Catedral, por fuerza he de ir a saludar, siempre el primero, al rey de Oviedo, Alfonso. Tras intercambiar los últimos chismes con él paso a la tertulia regia -cada vez tienen algo nuevo que contarme, en ocasiones hasta se quitan la voz, la verdad es que son bien campechanos-, y charlo con Pelayo, Favila, Alfonso, no sé la razón le apodan el Primero, tal vez porque no hubo quien le ganase a la hora de entrar a misa. Bien que parlotean Fruela, Silo, Mauregato, Aurelio, Bermudo, Ramiro, Ordoño y otro Alfonso llamado el Tercero, estaré confundido pero sospecho que lució con soltura la magna corona. Pues, ¿saben cómo llaman el lugar en el que cada día se reúnen? El Jardín de los Reyes Caudillos. ¿Será que en Oviedo, por eso de los premios "Princesa de Asturias", seremos monárquicos? Ustedes tienen la última palabra, porque cuando llego a La Picota Rafael del Riego afirma que él es constitucionalista, mi amigo Nava lo confirma. A lo mejor la tendencia viene de Valdés Salas, opina Folgueras. ¡No importa! La ciudad de Oviedo es culta, tolerante y respetuosa con las opiniones encontradas.

La última vez que le eché el ojo encima fue cuando el Real Oviedo descendió a Tercera. Tan mal le pareció aquella catástrofe que emigró no sé adónde. Lo bueno es que, como el equipo azul a final de temporada ascenderá a Primera, Arrensberg regresó; según Eduardo se quedará para siempre.

Por algo relevante el Sagrado Corazón, desde el Picu Paisano, contagiado por Gerardo y Urrusti abre los brazos. Sin duda para aplaudir el feliz retorno al campo de Llamaquique y al Alba de los idus de octubre, de espíritu y volumen condenados por doña ignorancia. Esto no lo digo yo, lo dice el manual del buen Carbayón y Rufo, el de Sara, mascota de Oviedo, lo corrobora.

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