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La mar de Oviedo

Aspiraciones

Seguí la cabalgata de los Magos de Occidente por el móvil, a vista del dron que me adelantó Santa Claus, la competencia que viene de Anatolia. Un Melchor en Pravia, cuando yo era niño, acogiéndome en su regazo me dijo: "Pídeme lo que quieras y te lo concederé". Contesté: "Quiero ser tú". Y me lo concedió unas décadas después, haciéndome escritor; asumí el papel de los tres reyes, el de Santa Claus y hasta la bruja Pirulí, y en mi mundo imaginario colmo de regalos a los personajes y los castigo, según mi leal entender. Mago de oficio, reparto incienso, carbón y escobazos a diestro y siniestro. Ayer, al final de la cabalgata, esta vez con los pies en el suelo de la calle Independencia, me reencontré con Melchor y le tiré de la barba, para comprobar que el elástico era de verdad. "Pídeme lo que quieras, la barba incluso", sonrió. Yo le dije: "Quiero ser niño".

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