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Psicólogos

El acoso escolar es cosa de todos

Fundamentos del "bullying" y propuestas para erradicarlo

Desde un punto de vista evolucionista, ciertas características de personalidad son deseables en los individuos para la evolución de la especie. O, como el título del artículo de Jennifer Wong dice, "supervivencia del más fuerte y la más sexy."

Los rasgos de personalidad que cuentan con más seguidores son aquéllos relacionados con la decisión, la falta de ansiedad, es decir, la imperturbabilidad, la osadía, la fortaleza mental y el gusto por ciertos riesgos.

Como señala Adolf Tobeña, catedrático de Psicología Médica y Psiquiatría en la Universidad Autónoma de Barcelona, curiosamente, los individuos que vulneraban las normas, que corrían riesgos y que buscaban la emoción y que fueron los responsables de poner la economía mundial patas arriba son precisamente las mismas personalidades que saldrían adelante en un naufragio.

Sin embargo, altas dosis de estas características nos convertirían en psicópatas funcionales: aquellas personas que trasforman el valor en ausencia de miedo; la sutil manipulación en maquiavelismo; el carisma en seducción; la empatía afectiva en conocimiento frío de la mente del otro; la objetividad en dureza; y la sensación de culpa y vergüenza en crueldad.

Dicho de otro modo, o mirado desde otro punto de vista, existen características en los humanos como el egoísmo extremo, pero también el altruismo desmedido y la falta de narcisismo esencial para el cuidado de uno mismo, que se convierten en poco adaptativas y no representarían ninguna ventaja evolutiva. Es necesario cierto equilibrio entre ambas tendencias egoísmo-altruismo para conseguir una regulación adecuada de las emociones, propiciar una relación deseable entre congéneres y asegurar el éxito biológico de nuestra especie.

¿Y qué significa todo ello de cara a explicar el fenómeno del acoso escolar o "bullying", de moda estos días en nuestra ciudad a causa de lo sucedido en el Instituto de La Corredoria? Todos sabemos que ciertos individuos son más populares que otros no sólo dentro de un colegio, sino en nuestra sociedad en general. Observaciones realizadas en las guarderías muestran a aquellos niños agresivos en general (los que pegan, muerden, responden enérgicamente), los agresivos únicamente en situaciones conflictivas y los niños que nunca utilizaban la agresión. Como el lector supondrá, éste último grupo era víctima constante de los dos anteriores.

En el colegio conviven, en ocasiones, acosadores con un grado elevado de características psicopáticas, junto con víctimas vulnerables caracterizadas por mayor sumisión, dependencia, deseos de agradar, ingenuas, confiadas, que anteponen su felicidad a la de los demás. El simple aburrimiento de los primeros puede llevarles a arrebatar la vida de los segundos, directa o indirectamente.

El resto de compañeros, por miedo a unos y deseo de no ser identificados con otros, conforman un acompañamiento camino de la catástrofe.

La sociedad es quien debe modular la agresividad ayudando al individuo a inhibir y "domesticar" sus impulsos y el egoísmo natural de casi todos.

En este estado de cosas, se espera de todos nosotros -sociedad, familia y escuela- la capacidad de hacernos responsables del fenómeno. Mirarnos unos a otros para encontrar al culpable no hace sino distraernos de un ejercicio de autocrítica que nos inste a preguntarnos por las razones que nos llevan a que prevalezcan las características psicopáticas entre todos nosotros.

Son muchas las acciones que se han demostrado eficaces ante el abordaje del acoso escolar. La más popular es el programa KIVA finlandés, cuyo éxito radica en la cohesión del grupo frente al acosador, así como en concienciar sobre la importancia de las acciones del grupo y de empatizar, defender y apoyar a la víctima. Su éxito nos obliga a reflexionar sobre la importancia de ser todos nosotros lo que nos hagamos cargo del "fenómeno bullying".

Sólo si cada uno de nosotros es capaz de reflexionar acerca del tipo de sociedad que estamos construyendo, cuyas características nos recuerdan más a la psicopatía que a la educación en normas, valores, compasión, responsabilidad, colaboración y cooperación, seremos capaces, como nos sugiere el modelo finlandés, de ejercer las funciones de "gran equipo" socializador.

Como indica Tobeña, la mayor parte de los sujetos no somos ni buenos ni malos, sino que tendemos a comportarnos mejor en entornos donde la gente cumple las reglas y tiende a sancionar las conductas de los incumplidores.

Nuestra función como sociedad consiste en educar en la responsabilidad, consecución de objetivos a largo plazo, cooperación, colaboración, respeto a la norma, empatía, tolerancia al aburrimiento, regulación de la frustración, dependencia sana de los otros y una adecuada regulación de emociones como la culpa y la vergüenza.

El pensador recientemente fallecido Zygmunt Bauman, padre de la "modernidad líquida", nos advirtió: "Nuestros acuerdos son temporales, pasajeros, válidos sólo hasta nuevo aviso", "el fin de la era del compromiso mutuo ha llegado".

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