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Abogado

Recta en clase, cariñosa fuera del aula

La pereza de no consultar las esquelas hasta la tarde-noche significó enterarme a destiempo del fallecimiento de sor Julia Santamaría Bueno, hermana de la Caridad del colegio de la Milagrosa de Oviedo, monja que tuve como profesora en lo que llamábamos la tercera clase, como preparativo del inminente ingreso en el instituto.

En este mismo periódico y hace muchos años le hice una reseña a sor Julia en agradecimiento a su tenacidad como educadora y buena enseñante, una cualidad que sirvió, entre otras muchas cosas, para que pasando muchos años aún me acordase de todo lo trabajado con ella.

Mujer de semblante serio, llevaba su clase con rectitud, pero fuera del aula transmitía sin reservas su cariño a los alumnos. Recuerdo cómo un día me decía José Luis Barcena (Pipo), compañero en el colegio y después en el Banco de Asturias, que se había encontrado con sor Julia y que él, con mucho respeto, se había agachado para besarle el crucifijo. Pero lo que hizo la monja fue cogerle por los hombros y darle un par de besos, cosa que extrañó a Pipo.

Después de escribirle aquella reseña, sor Julia me llamo un día por teléfono y un tiempo después fui a verla al colegio, donde estuvimos charlando un buen rato y recordando cosas de aquellos años 50. Ahora ya no daba clases, pero sí se ocupaba de las entradas y salidas de los niños y del transporte escolar. La encontré como siempre, con su misma dura expresión en el rostro que no correspondía con su trato dulce.

Buen recuerdo nos queda a los que fuimos sus alumnos. Descanse en paz sor Julia, que bien lo merece.

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