La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La mar de Oviedo

Ficción

Salgo de una película de gánsteres y paso un buen rato observando mi entorno bajo ese prisma negro, desconfiado de todo y yo mismo bajo sospecha; después de un largometraje de ciencia ficción y persecuciones, subo acelerado en mi coche, de vuelta a casa, y lo confundo con una nave espacial hasta que me tranquilizo donde el radar del túnel de la Bolgachina, y de 900 km por hora bajo a 90. Así mismo, al terminar de leer una buena novela, necesito una cámara de descompresión, un libro con las páginas en blanco, antes de incorporarme a la vida real, más llana, con conflictos más complejos y menos justa. Digo esto porque después de la alerta mediática anunciando la ola de frío siberiano y pingüinos en Bañugues, que con tanto interés aguardé, resulta que ya pasó, anuncian que sube la cota de nieve y que brotan las prímulas en el Brañillín. Pero, ¿dónde han puesto esa película del temporal que me perdí?

Compartir el artículo

stats