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Necrológica

El dolor por la marcha de un bondadoso caballero

Sentido recuerdo del fallecido Armando Álvarez Palacio

En el diario LA NUEVA ESPAÑA de hace unos días insertaron escritos elaborados por el empresario Emilio Serrano, el hombre de las "mil sensibilidades" como yo le califico, y por Carlos Cuesta, periodista y crítico gastronómico, dos plumas pues muy autorizadas para hacerlo sobre tu semblanza y las grandes virtudes que te honran.

Tu funeral en la basílica de San Juan el Real fue el mejor testimonio, tu extenso curriculum lo justifica todo. Los viajes por Europa, el entorno del Cibeles, la Sociedad Micológica La Corra, multitud de sociedades enogastronómicas de España, Portugal y Francia, familiares y multiplicidad de amigos te rendimos gratitud, respeto y recuerdo imborrable a tu inquebrantable personalidad.

También has tenido tu irrupción en el mundo de la moda, un campo personal y profesional que llegó al icono de la estética y el éxito.

Fuiste un hombre de estilo sencillo, casi rayano en la timidez, pero siempre tenaz a la hora de afrontar los problemas, pasando momentos de serio entristecimiento al ver como lo que habías construido en ocasiones se desvanecía. No eras persona a la que gustaba exhibirse, sino por lo contrario pasar desapercibido. El principal objeto de estas torpes líneas que me motivan es Armando expresarte post mortem a ti especialmente y a tu esposa María Luisa la gratitud inmensa de la Cofradía Amigos de los Nabos de La Foz de Morcín, el infinito agradecimiento que te profesamos por tu apoyo, orientación y ayuda con motivo de nuestra creación en el año 2002.

De ello da fe nuestro fundador Jaime Fernández, gran amigo tuyo, empresario-emprendedor hoy establecido en México, quien al presentarte como candidato a cofrade de honor en el año 2011 recibió el plácet unánime de toda la asamblea.

También queremos tener un recuerdo aquí y ahora para dos cofrades fundadores, Samuel Cachero Álvarez y José Antonio Díaz López (D. E. P.) que tu encontrarías en el más allá.

A la familia y especialmente a tu esposa María Luisa, fiel secuaz y reputada pluma, compañera en todos los eventos lúdicos y negocios, nuestro acompañamiento y sentido pésame con cálidas oraciones.

Recuerdo María Luisa que en el velatorio, entre lágrimas y una alegre, sonrisa decías que ahora te tocaba a ti aprovecharte de los miles de amigos de Armando.

Armando, desde ese más allá infinito donde se verán compensados tus grandes méritos y el bien que hiciste en esta vida, sigue acordándote de nosotros. Te enviamos un fuerte abrazo y paz eterna.

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