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De mentiras y verdades

Ante los nuevos datos sobre la eliminación de los Premios Líricos

Dice el refranero popular que la mentira dura hasta que la verdad florece. Y eso es lo que ocurrió el pasado jueves en la última reunión del patronato de la Fundación Premios Líricos Teatro Campoamor. En noviembre, cuando el gobierno municipal decidió suprimirlos, tras haberlos convocado inicialmente y a unos días de la reunión del jurado, se dijo que esos galardones, consolidados en el panorama musical español, eran muy caros. Organizarlos, (las hemerotecas son implacables) era excesivamente costoso. Algo más de 300.000 euros, mucho dinero para una sola noche y una Corporación endeudada. También se dijo, desde el gobierno municipal, que había gastos injustificados, poniendo en duda una gestión seria y brillante, como se demostró en las diez ediciones que se celebraron.

Hace unas semanas, en una reunión de debate presupuestario, el concejal de Cultura se vio obligado a reconocer, ante las preguntas de la oposición, que la cantidad real del coste de la gala era de 190.000 euros, frente a los 260.000 (ya no son algo más de 300.000) de los que habla el Alcalde. La verdad es que la Fundación Premios Líricos se cerró con un superávit de casi 100.000 euros y los galardones se hubieran podido celebrar, tal vez de forma más austera, con otros 50.000. De esta forma, el Ayuntamiento de Oviedo habría seguido teniendo la titularidad de unos premios nacionales de prestigio y habría demostrado que, pese a las dificultades, sabe estar a la altura. Sin diálogo con los organizadores; sin debate con el sector, que siempre se mostró colaborador, y sin ningún intento de reconducirlos, decidió suprimirlos. Ahora sabemos que la causa real no era el dinero. Sin duda, hubo otras razones más ladinas.

Oviedo, pese a las reticencias de algunos, tiene dos señas de identidad contemporáneas que la sitúan en el llamado panorama internacional: los premios "Princesa de Asturias" y la programación de música culta (conciertos, jornadas de piano, ópera, ballet, ciclo barroco, zarzuela y los ya desaparecidos Premios Líricos). Alrededor de 50.000 personas participaron el pasado año en todas estas actividades, que no parecen gozar del favor del tripartito. Ni siquiera les mueve la curiosidad ante la posibilidad de poder asistir a espectáculos únicos. Hace sólo unos días, con motivo del fallecimiento del maestro italiano Alberto Zedda, las imágenes que difundían las televisiones y los diarios digitales eran las del generoso musicólogo y director italiano, estrechamente vinculado a Oviedo, entrando en un carrito en el teatro Campoamor para recibir el premio a toda una carrera. Lo mismo sucedió hace unos meses con la muerte de Leonard Cohen, "Príncipe de Asturias" de las Letras.

El reto de este gobierno en el ámbito cultural era mejorar y diversificar la actividad, aportando nuevas ideas y proyectos. Construir sin destruir. La realidad es que la música clásica ha visto reducido su presupuesto en casi un millón de euros: 200.000 en zarzuela (¿recuerdan cuando el concejal dijo que aumentarían las funciones de este género lírico popular?); 100.000 en los conciertos del Auditorio; 260.000 en los Premios Líricos, y 400.000 que se destinaron en el verano de 2015 a dos representaciones de la ópera "Falstaff" de Verdi, dirigidas por Riccardo Muti, el acontecimiento operístico del verano en España. Estaría bien conocer cómo se ha repartido esa cantidad en las cuentas de Cultura.

Y no habría estado nada mal que los responsables de este triste final de los Premios Líricos hubieran agradecido públicamente el gran trabajo que en estos diez años han hecho Inés Argüelles, primera directora de la Fundación y hasta el pasado noviembre presidenta del jurado (que nunca ha cobrado un euro); Cosme Marina, programador musical y su sucesor en la dirección hasta el pasado jueves, y Patxi Gallego, responsable de la enorme intendencia. Era el pequeño equipo que los hizo posibles, junto a la Orquesta Oviedo Filarmonía, la Capilla Polifónica, los miembros del jurado y el amplio grupo de trabajadores de la cultura que preparaban la gala durante algo más de un mes. Con el resultado de todos conocido.

Lo dicho, más presto se coge al mentiroso que al cojo.

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