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La vejez, tan temida y deseada

La última etapa de la vida debe afrontarse con alegría y serenidad

Hay que aceptar la vejez. Es acaso una de las etapas más envidiables de la vida y a ella se llega de un modo paulatino. Pero la llegada es abrupta, y de repente se da uno cuenta que es viejo.

Las molestias y las limitaciones han ido sucediéndose, hasta que un buen día, nos levantamos y constatamos que, queramos o no ya no somos jóvenes. Y es que lo que interesa y apasiona en la juventud, en la vejez se apacigua y obliga a reflexionar.

La vejez es analizar, extraer conclusiones. La vejez no se deja engañar. Lo que en la juventud se considera rutina, en la ancianidad se considera serenidad y placidez. Ser viejo parece una desgracia, y no es así, porque la alternativa -no llegar a viejo- es peor.

Hay otras razones de peso. Y es que la vejez tiene un papel importante que jugar. Los griegos dividían la vida en tres etapas. Como no tenían televisión y sí teatro, y del bueno, asociaban las etapas de la vida a los distintos papeles que se dan en el teatro: la primera, la juventud, donde uno se prepara para interpretar el papel de la vida y empieza desde el nacimiento hasta los 15 años. Se llegaba así al segundo período, la vida adulta, la etapa de madurez, de los 30 a los 60 años, donde uno se realiza como persona. A los 60 años, siempre aproximadamente, se llega a la tercera etapa: la vejez o senectud, ahora denominada tercera edad. Es la hora de enjuiciar o analizar lo que hemos hecho y aconsejar de lo vivido para dar paso a las generaciones siguientes, a las que les corresponde empuñar la batuta. Con frecuencia algunos jóvenes creen que vivir a tope es avanzar. Creo que hay topes en el tiempo y a veces triunfando se retrocede. En la vejez hay que tratar de asimilar los criterios que en la juventud no existían. Es preciso tranquilizarse. A medida que pasa el tiempo se va quedando uno cada vez más solo, quedan menos personas con las que hablar y es probable que esta circunstancia, tan dura, explique el rechazo a la vejez. Los que tenemos fe en otra vida mitigamos este dolor. De todas maneras, la vejez hay que vivirla y además es una etapa necesaria para que los que vienen no se equivoquen demasiado. Cabe recordar a Calderón: "Toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son". Hay que ser feliz y sentir alegría por estar vivo y querer a aquellos que nos quieren, que es lo que nos da sentido cuando estamos sanos.

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