Buena la hice. Senté mi despacho virtual en esas páginas XXX de la red para investigar acerca de los daños que, amén de tendinitis, causa en nuestro cerebro la intensa y continuada estimulación de nuestros neurotransmisores con carne fluorescente y lencería virtual, y en cambio descuidé mi reputación. Ahora recibo en Facebook, cada día, solicitudes de amistad de todas las Jessicas y Vanessas de Oviedo; Jane Lee, de Sograndio; Sarah Willson, de Villapérez; Brooke Thompson, de Godos; Amber Parks, de Olloniego; April Tyler, de Cuyences; Hayley Hunter, de Cuatro Caños; Scarlett McMahon, de La Zoreda; Hayden Steel, de Ules... Es como si hubiera ido al Club Elvis a entrevistar a Jocelyne y, desde entonces, las camareras timbrasen a la puerta de mi casa cada mañana para ofertarme el menú de la noche. ¡Oído cocina!, ¡ya terminé mi investigación!