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Con vistas al Naranco

Tàpies en la Caja y Valente en el Campoamor

Lo alejada que en la actualidad está la política del arte y de la literatura

No recuerdo la fecha en que encontré a Antoni Tàpies. Fue en la escalera de Cajastur, hoy Liberbank. El gran pintor bajaba con Teresa, su mujer, y los directivos Noriega y Troteaga. En rasgo provocador le obligué, entre el rubor de la comitiva, a improvisar un dibujín.

José Ángel Valente tenía el proyecto, que recogieron Bernardino, Isolina, Gustavo, Maricusa, Pedro, Sally y otros asturianos, ginebrinos como el gran poeta, de contratar un Tàpies sobre el 34 para una tirada gráfica muy popular, con simbólico pie desnudo. Ginebra no era sólo ya la ciudad de Calvino sino de un Borges al que encerraban con llave en su apartamento. Para mí, fue también de María Zambrano y los Saborit.

Un Tàpies en gran formato se ha hecho muy visto presidiendo el zigzagueante pacto entre Rajoy y Rivera. Antes, Ciudadanos y PSOE se colocaron debajo del digno cobijo de una imagen de Luis Martínez Noval. Ese acuerdo fue redactado por J.E. Serrano, brillante introductor de la obra de Ramón Gómez de la Serna, uno de los mejores prosistas de todos los tiempos.

Albert Rivera hizo sustituir a Tàpies por otro artista, importante, pero en otra división, Martín Chirino. La Generalitat, tan plena de políticos ¡frescos por el trespercent!, mantiene un fresco grandioso desde el que hace proclamas de acomplejado localismo. Ahora, en el Palau de la Música, se atribuyen el quatre para Convergencia: ¡Uno de los principales comparsas negociaba, próximo al esperpento, con las bodas de sus hijas y se lucraba de sablazos a sus consuegros!

Valente dictó a un escogido grupo varias lecciones sobre La Regenta. Deberían recuperarse, pues faltan en sus obras completas.

La política se aleja de la literatura y del arte y cuando la realidad supera cualquier ficción como en el Palau o los Pujol; no es grandeza sino podredumbre. Algún día un Javier Cercas o una Almudena Grandes, o aún Rosa Montero, Jesús Carrasco, Reverte, Muñoz Molina... hará gran novela sobre la miserable impostura. ¡Sin olvidar a los catalanes que utilizan magistralmente el relato en castellano... Marsé, Goytisolo, Mendoza...!

En cualquier caso, Tàpies y Valente, dos inolvidables y enormes monstruos de la gran cultura, pasaron por nuestra tierra... ¡No recuerdo fechas!

Nota. Felicito a Blas Fernández por su llamada en este periódico para retener la colección pictórica de la antigua Caja de Ahorros. En otro plano, Jaime Llames me exige, con razón, que debo atribuir a J. R. Fernández Cuevas la iniciativa del hotel de La Reconquista.

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