La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Crítica / Teatro

La guerra y sus entrañas

Sobre la versión de "Atalaya" de "Madre Coraje" de Bertolt Brecht

"Ninguna causa está perdida si queda un insensato dispuesto a luchar por ella". La compañía "Atalaya" parece dispuesta a no rendirse y a seguir rescatando con éxito los textos más emblemáticos del siglo XX. En esta ocasión le toca el turno a una de las antiheroínas más fascinantes de la literatura universal, la "Madre Coraje" de Bertolt Brecht, que representa junto con "El alma buena de Sezuan" y "Herr Puntila y su criado Matti" la cumbre del teatro dialéctico del gran dramaturgo. "Atalaya" en 2013 cumplió 30 años como laboratorio teatral, y para celebrarlo, nada mejor que este montaje brechtiano, que le va muy bien a su concepción del teatro coral y de creación colectiva. Iniesta asistió en 1985 a un curso en el Berliner Ensemble sobre técnica brechtiana. Y se puede decir que aprendió bien la lección, pues logra con esta aproximación al texto de Brecht, una propuesta de gran plasticidad, que cuenta con el mérito de haber recuperado la composición musical de Paul Dessau de la versión berlinesa original.

Estamos ante el mejor Brecht. El que presenta los acontecimientos y hechos con una claridad y complejidad meridianas, sin maniqueísmos ni sentimentalismos. Durante la guerra de los Treinta Años que asoló Europa hace 400 años Madre Coraje recorre con su carreta la retaguardia vendiendo pertrechos a los soldados. Para ella no hay bando ni religión que sacie su orgullo patriótico, pues no lo tiene. La guerra sólo representa un mercado de supervivencia para dar salida a sus productos. Si la guerra funciona el negocio prospera, si se firma la paz la indigencia puede ser una realidad con la que convivir. Encrucijada de desenmascaramiento, que no quiere sino mostrar al espectador qué elementos operan en los conflictos bélicos. Pero la moraleja y paradoja de la cruda realidad tampoco se oculta: la guerra, que hace que el negocio prospere, también acaba por devorar a sus tres hijos. Ahora, que cada espectador saque sus conclusiones. El personaje de Madre Coraje ha sido juzgado de múltiples maneras, tildada de inconsciente, reaccionaria y desnaturalizada, también se la ha presentado como una Níobe o Mater Dolorosa desposeída de su prole y defensora de sus vástagos. En esta versión reducida se nos muestra el personaje con todos sus atributos humanos. Mujer especuladora, verdadera superviviente en el peor sentido del término, que regatea hasta con la vida de sus hijos, pero que al mismo tiempo no duda un instante en negarse a abandonar a su hija muda ni en enfrentarse a los soldados a cuchilladas por defenderlos. Su hija Katerina, como Casandra, ve venir todas las desgracias, pero su incomunicación le impide advertir de los peligros a los demás. Único personaje puro que protagoniza el acto más desinteresado y heroico de esta guerra donde todos son víctimas y verdugos.

La propuesta de "Atalaya" es coral, con ambientación atemporal y una estética expresionista del periodo de entreguerras. Puro siglo XX con la fuerza referencial del cabaret, sus canciones (casi siempre en alemán) y el gris y azul ceniza de los uniformes. La iluminación tenebrista y el atrezo son otros de sus muchos aciertos, al igual que la entrega, calidad y fuerza de sus intérpretes. Dos gradas en los laterales del escenario albergan a un grupo de espectadores que comparten banco con los actores que están constantemente en escena. Al fondo, una valla metálica, y en el centro el carromato. A través de los añadidos, como el calentamiento inicial, los fusilamientos, etc... se refuerza la idea de que estamos en el teatro (verfremdungseffekt).

En suma, un excelente trabajo el de Atalaya, que mantiene todo el sentido del original y se hace hoy más necesario que nunca. El público aplaudió con entusiasmo.

Compartir el artículo

stats