La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La mar de Oviedo

¡Oh!

No me gusta ser esclavo de nada pero para mí es una necesidad, como el comer, y un placer. De pie fortalece la columna, boca abajo se me cae la baba, patas arriba veo el cielo; sólo y a diario es lo que mola, aunque corra el riesgo de quedarme ciego; lo hago en el baño, en la cocina, en el ascensor, cuando viajo en autobús, con o sin compañía. La frecuencia estimula la imaginación, y en grupo de vez en cuando, por cambiar experiencias y dar a conocer mis gustos. En las escaleras, en el atrio de una iglesia, sobre mi regazo, entre plato y plato, en lugar de la siesta, arrimado a un árbol, a la luz de una farola, poco antes de dormir o nada más despertar, dabuti. En mi adolescencia lo hice de rodillas, sometido por una profesora de Literatura, y me dolió, vergüenza me da contarlo, pero fue por mi bien. Lo recomiendo para cualquier edad. Hablo de los libros y de la lectura.

Compartir el artículo

stats