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Pablo González

Análisis

Pablo González

La izquierda no sale de la trinchera

Mal deben de pintar las cosas en las encuestas -estudios sociológicos los llaman ahora algunos- para que la izquierda más izquierda de la ciudad haya iniciado un debate de claro corte electoral a más de dos años de las próximas elecciones: que Somos e IU vayan de la mano a las urnas. La primera en abrir el melón de lo que llaman confluencia ha sido Ana Taboada, la líder de la marca local de Podemos. Taboada planteó el jueves que podemistas y comunistas deben compartir lista en mayo de 2019. La concejala de Participación Ciudadana obligó así a IU a salir del "ñeru" y a mover ficha a su nuevo coordinador local, el también edil Iván Álvarez. Sí a la confluencia, pero con una cabeza de lista de nuevo cuño, defiende el coordinador que todavía lleva la "L" de prácticas. "En Oviedo hay muchas 'Adas Colaus'", dicen los nuevos comunistas.

Vamos, que sí con los tuyos pero sin ti. Órdago para ver si a la nueva izquierda le interesan más las ideas o los sillones y tratar de que Taboada se olvide de la confluencia, un posibilidad que, por cierto, genera sarpullidos en buena parte de los miembros de IU Oviedo. Y todo ello en la semana en la que Pablo Iglesias se sacó de la manga -dicen que sin consultar al colega Alberto Garzón (IU)- una moción de censura contra Mariano Rajoy y el PP por la acumulación de los "casos puntuales" de corrupción en el partido conservador. Coincidencia o no con lo que ocurre más allá de la Variante, parece claro que los estrategas de Somos han empezado a oler a sangre en la que para muchos fue su casa madre. Que mejor momento que tratar de engullir la herencia del hermano pequeño una vez que Rivi -sin duda hasta ahora el jugador franquicia de IU en la capital- lo deja y toca buscar relevo al concejal más veterano de la Corporación. Y encima con el Partido Comunista local creyendo todavía que está en los tiempos en los que había que cruzar la frontera con peluca y con microfilms escondidos en el tacón y en el pañal del niño con destino al comité central establecido más allá del Volga.

Pero hay más. Los fontaneros de Somos que juegan a que la segunda planta del Consistorio es el ala oeste de la Casa Blanca van asumiendo que Taboada no ha conseguido de cara a la opinión pública convertirse en la alcaldesa de la ciudad, tal y como pregonaban al principio de los tiempos, cuando decían que el apoyo a Wenceslao López era un gesto de generosidad y de paso una patadita en la zona bajoventral de la Federación Socialista Asturiana (FSA), pero que "los que vamos a mandar somos nosotros". Taboada tampoco ha cuajado como "vice", ese título autoimpuesto a lo Mágic Andreu -ese mago catalán que literalmente se colgaba una medalla cada vez que un truco le salía bien-, y que de momento no se encuentra, por mucho que se busque, en la legislación pertinente.

A pesar de los líos -los heredados y los propios, que empiezan a ser legión- el Alcalde del tripartito resiste como puede y suele asistir impertérrito a las trifulcas que sus socios protagonizan cada cierto tiempo. A Somos y a IU se le atraganta que la calle vea a Wenceslao López como cuasi el único del gobierno local al que no le encanta lanzarse de cabeza en los charcos con los que se va encontrando. Aunque López también las lía, como cuando le da por señalar a los jueces como parte de los males de la ciudad.

De ahí que Taboada trate ahora de presentarse con una candidata sólida y tienda la mano a IU para pasar a la historia local como la política que unificó a la izquierda más a la izquierda del PSOE. Aunque también hay algo de egoísmo. Somos ya está haciendo números y ve en el caladero de simpatizantes de IU los votos que los podemistas ovetenses asumen que van a perder tras el desgaste sufrido en su primer mandato y la huida de los apoyos transversales que recabaron en 2015 cuando entraron con fuerza -como había hecho Foro Oviedo en 2011- en el panorama político carbayón.

La duda está ahora en saber si se podrá articular la confluencia y cómo. Los más viejos del lugar se carcajean ante la posibilidad. Y no por antagonismos políticos -que los hay, y muchos- sino porque ambas formaciones han demostrado a lo largo de estos casi dos años en el poder que no son capaces de ponerse de acuerdo ni para "apañar" billetes llovidos del cielo. No hay manera de pactar el presupuesto a tiempo, no hay forma de entenderse sobre cómo afrontar las remunicipalizaciones o, la última, no hay una postura común sobre cómo vencer la resistencia de los altos funcionarios a realizar un informe que señale a los responsables políticos de la millonaria factura de "Villa Magdalena". Sin olvidar que IU funciona en muchas ocasiones como un cochinillo untando en grasa que no se deja atrapar ni se queda quieto ni un segundo en el mismo lugar porque entiende que es la única forma de sobrevivir. En este caso la coalición siente que Somos quiere hacerle un opa hostil en plan "quiero tus acciones pero no a ti", lo que genera profundos recelos.

Y luego está la preocupación que causa la probable recuperación del PSOE después de haber cosechado (cinco concejales) en Oviedo los peores resultados de su historia. En la caída de los socialistas ovetenses parece que ya no hay más sótanos; han tocado fondo y lo único que les resta es subir en votos. En esta ecuación hay que incluir el "puntazo" y el "subidón" que supondría para la deprimida Agrupación Municipal Socialista de Oviedo (AMSO) que Pedro Sánchez lograra imponerse a Susana Díaz y a Patxi López en la carrera por el liderazgo del PSOE nacional. Porque Wenceslao López es un "sanchista" convencido. De esta forma, un PSOE reforzado podría meter en vereda al resto de la izquierda local e imponer sus criterios.

Mientras, algunos analistas lamentan que ni podemistas ni comunistas están cumpliendo con una de las máximas del negocio: en política se funciona y se comunica, o se comunica y luego se funciona. Pero hasta el momento no está pasando nada, sólo que Somos e IU se han enrocado en hacer lo que más le ha gustado históricamente a la izquierda española: meterse en la trinchera y liarse a garrotazos para regocijo del resto del arco político.

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