La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Poderosa oratoria

La oratoria política trata actualmente de la formación de las leyes y su aplicación al gobierno del país. Representa el derecho de la sociedad a intervenir en las decisiones de los poderes legislativo y ejecutivo. Dicha intervención descansa en el principio de la soberanía nacional. Los asuntos de la oratoria política son variadísimos: relaciones internacionales, guerra y marina, justicia y cultos, orden público y administración civil, hacienda, instrucción, obras públicas, agricultura, industria y comercio.

A veces asistimos a un discurso, nada más que por el placer de oír hablar, para medir el genio del orador y gozar de su elocuencia. Los tribunales de justicia, después de oír los informes de los letrados y del fiscal, dictan sus fallos para el restablecimiento del derecho. Por otro lado el orador político necesita especialmente el completo dominio de la historia de la patria y los estudios que forman el plan de la carrera de Derecho.

Nuestro orador político más famoso es Emilio Castelar, presidente de la I República en 1873.

Protagonizó la famosa contienda con Manterola sobre la libertad religiosa y la separación de la Iglesia y el Estado. La elocuencia se llamaba Castelar. Escribía sus discursos, él mismo lo decía. Representa, según Cánovas del Castillo, la palabra que con más alta inspiración ha defendido la libertad en España.

El político siempre habrá de reflexionar despacio, debe proceder con mucha cautela y siempre estudiará bien el país donde vive y las diferencias de unas regiones con otras. Gobernará de acuerdo a una honda sabiduría y estudio y a la realidad de su pueblo. Así las leyes serán eficaces.

Y si tiene arte y logra reposadamente sus iniciativas no será necesario que exprese grandes cosas, ni que use grandes palabras. En ocasiones tienen valor las medias tintas, las palabras opacas. Las insinuaciones de buen gusto tienen muchas veces una favorable acogida por todos.

Creo que el político debe tener de vez en cuando ciertas dosis de bondad ante el adversario. El político no debe cambiar o suprimir lo que fue.

Compartir el artículo

stats