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Profesor de Análisis Geográfico de la Universidad de Oviedo

¿Ronda Norte? No, gracias

Sobre la recuperación del proyecto de circunvalación y la política urbanística de las últimas dos décadas

Si algo ha quedado claro tras la crisis o burbuja inmobiliaria, cuyas secuelas económicas y ambientales padeceremos aún por mucho tiempo, es que el modelo desarrollista y su corrupción asociada debían ser erradicados para siempre; que no era posible que países como España y ciudades como Oviedo creciesen físicamente un 30% en una década mientras su población solo se incrementaba a un ritmo del 5%.

Entre otros, personajes como Francisco Álvarez Cascos, al frente del Ministerio de Fomento, o Gabino de Lorenzo como alcalde de Oviedo fueron responsables directos, desde sus respectivas áreas de poder, de la deuda económica y la lacra social que heredamos y pagamos entre todos como consecuencia de la fiebre especuladora que les poseyó en el periodo de entresiglos, en los tiempos de la orgía del cemento y el derroche de lo público. Tampoco desmereció, en su nivel, e incluso les precedió temporalmente como depredador del territorio y sus recursos, Antonio Trevín Lombán, inspirador del planeamiento a la carta para que los constructores "alicatasen" la costa llanisca sin piedad a principios de los noventa, algo que solo consiguió parcialmente gracias a la contestación popular.

Y viniendo a lo local, por cierto, además de los desmanes de cada cual, de una u otra formas los tres personajes y sus respectivos partidos políticos colaboraron en aquellos "buenos tiempos" en la aprobación de proyectos para el desarrollo de los espacios urbanizados en el oeste de Oviedo (La Florida, Las Campas) a sabiendas de que carecían de sistemas generales de conexión con la ciudad y con el Área Central de Asturias. Todo ello, mientras el Monte Naranco se degradaba más y más sin que ninguna de las administraciones responsables se tomase en serio su protección.

Después de todo esto, como consecuencia de la dolorosa lección que nos enseñaron estos profesionales de larga trayectoria y el castigo que han sufrido en las urnas (muy inferior al que merecían), se ha iniciado en muchos lugares un proceso de regeneración que busca implantar un nuevo modelo de desarrollo urbano y territorial sostenible, público y participativo, en las antípodas de los grandes negocios orquestados en el pasado por los lobbies del ladrillo y del cemento, con la connivencia del poder político.

Así está ocurriendo en Oviedo, donde tanto la iniciativa institucional como el impulso la vecinal van abriendo algunos horizontes prometedores. En el primer caso con la renovación del planeamiento urbanístico municipal, el Plan General de Ordenación, y nuevos instrumentos como el Plan Estratégico o el de Movilidad, necesarios para revertir todos los daños causados mediante el afamado método de "tira pa'lante que libras"; o a través de la configuración de un cinturón verde periurbano y de la recuperación del Monte Naranco como espacio de conservación y de ocio. En la perspectiva vecinal hay que destacar el impulso de proyectos de dignificación y ensamblaje de la maltrecha periferia de la ciudad, haciendo frente a la fragmentación del tejido urbano provocada por las infraestructuras desmesuradas del desarrollismo. Ahí están, por ejemplo, las plataformas SOS Viejo HUCA o Imagina un Bulevar, cuyo buen hacer ha sido reconocido estos días por la Unión Europea con la asignación de más de diez millones de fondos de Desarrollo Urbano Sostenible e Integrado (DUSI).

Y de repente, como en las peores pesadillas, vuelven los muertos vivientes, otra vez de la mano, sin consultar a las instituciones concernidas ni a la ciudadanía de Oviedo, a intentar reencarnar el modelo mil veces fracasado, mediante una enmienda a los Presupuestos Generales del Estado presentada por Foro Asturias (donde sigue mandando Álvarez Cascos), apoyada por Trevín Lombán en representación del PSOE y aceptada por el PP de Gabino de Lorenzo. Una enmienda que pretende resucitar la llamada Ronda Norte de Oviedo y proporcionar un zarpazo mortal al Naranco y a toda la ciudad; una barrera que impediría su mutua integración y que dejaría aislados entre cemento a los barrios que dice querer comunicar.

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