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La mar de Oviedo

Mala suerte

Lamentamos la mala suerte de las víctimas en el atropello de la Rambla de Barcelona, y al investigar en su pasado nos emociona descubrir vidas ejemplares, personas de bien que, con su deceso, dejan familias destrozadas y un mundo peor. ¡Qué mala suerte! Cada muerto tiene su historia y su recorrido; antes del atentado disfrutaron de infinitas ocasiones para cambiar su trayecto, o de alterar unos metros el rumbo o el ritmo, demorando un minuto en plegar mejor su plano de Barcelona, en cambio, ¡qué mala suerte!, se toparon con el asesino de la furgoneta y les rompió la vida. También escuchamos que podía haber sido una masacre, pero que, gracias a Dios, parte de ese equipo del demonio, se reventó en su propio butano y sólo quedaron reconocibles varias orejas. Aún Dios conserva su prestigio; en las desgracias interviene el azar, y cuando algo pudo ser mucho peor, fue de milagro.

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