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Abogado

Tres años, ya, de tortura procesal

Nuevos retrasos judiciales en una causa contra agentes de la Policía Local

Justo se cumplen ahora tres años del fatídico y ya lejano día 19 de agosto de 2014, cuando padecí una brutal paliza física, además de un trato absolutamente inhumano y degradante por parte de cuatro policías locales de Oviedo -siendo Alcalde el señor Caunedo- y, atención querido lector, todo ello ocurrido en el Área de Urgencias del insigne HUCA. Si alguien tiene la curiosidad de ver el resultado de la paliza he subido un vídeo a la web de youtube donde se puede comprobar el resultado de las agresiones.

Es una verdad indudable que una justicia lenta y tardía es, de mano, menos Justicia. Pues bien, en este caso debo decir que soy abogado en ejercicio y desde entonces llevo mi propia defensa hasta que encuentre algún compañero que coopere conmigo en este asunto, y pese a que los hechos son sencillos y están sobradamente acreditados como lo demuestra el hecho de que al año siguiente, 2015, después de un proceso de rehabilitación física, me querellé contra estos cuatro agentes. Y debo aclarar para el que desconozca el Derecho Penal que una querella criminal no es una simple denuncia, sino que requiere exponer unos hechos y aportar, cuanto menos, unos indicios que al menos inicialmente atisben la realidad de dichos hechos ilícitos para que dicha querella sea admitida, siendo, por tanto, parte acusadora. Pues bien, la cuestión es la dicha: han transcurrido tres años y ni tan siquiera ha terminado la instrucción, por lo que, por definición, ya hablamos de injusticia "stricto sensu".

Por ello digo que al margen de los delitos que se acreditarán debidamente en el acto de juicio correspondiente, debo reseñar que la instrucción ha sido muy defectuosa técnicamente y me ha privado de derechos fundamentales como es el de defensa o la tutela judicial efectiva. De ahí que entiendo que llevo sufriendo desde entonces otra tortura adicional a la fáctica, en esta ocasión de carácter procesal. Así por ejemplo, durante estos tres años, más de un año de estos tres, el caso estuvo en el "limbo", paralizado, sin saber dónde diablos estaba gracias a un "avanzadísimo" sistema informático judicial llamado Minerva, pues ni aparecía en el Juzgado de Instrucción ni en la Audiencia Provincial.

Como decía, soy yo quien escribe todos y cada uno de los escritos y ello se traduce en que en las decenas y decenas de escritos, recursos de todo tipo, etc redactados por mí, me ha sido inevitable tener que, una y otra vez, rememorar y revivir esa noche y ese día donde genuinamente temí por mi vida, con la consiguiente sensación dolorosa y de impotencia que ello supone. En cuanto al HUCA, debo denunciar que fui arrastrado esposado con las manos a la espalda y boca abajo, dando gritos constantemente de socorro y auxilio, siendo arrastrado por cada hombro por un agente y durante decenas y decenas de metros de pasillos a modo de un saco de 50 kilos de patatas o algo similar, y allí no apareció nadie, ni un vigilante de seguridad, ningún personal médico, absolutamente nadie, lo cual es muy sospechoso y habrá que investigar la razón de ello.

Finalmente, quiero dejar una reflexión de la cual, sin duda, muchos lectores estarán de acuerdo y es la siguiente: a nadie sorprende que en estudios de opinión que se hacen públicos la imagen o percepción que de la Justicia en España tiene el ciudadano de a pié deje mucho que desear, pues salvo algún ingenuo o alma cándida, todos sabemos lo que ya hace décadas tiene reseñado el ex Fiscal Jefe de Cataluña, Sr. Meana, declarando que evidentemente la Justicia no es igual para todos; que hay una para los ricos y otra para los pobres y que si no tienes recursos económicos y has cometido un delito de poca gravedad, el peso de la Justicia es implacable y que, por el contrario, delincuentes de corrupción política o económica donde se llevan millones de euros de todo el pueblo soberano no sólo son tratados de forma exquisita en cuanto a sus derechos sino que, en esos casos, la misma Justicia que la anterior, es sumamente complaciente y benévola.

Esperemos que algún día cambie este estado de cosas si bien se antoja larga y difícil empresa.

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